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—Buenos días señora Manoban —susurro

—Buenos días, ¿vas a quedarte en mitad del pasillo? —dice esquivándome y reanudando su paso.

Me dan ganas de estrangularla. No contesto y me encierro en mi despacho  llena de furia. ¿Es que acaso compiten para ver cuál de las dos es más imbécil? Cada vez cobra más fuerza la hipótesis de que quieren hacerme la vida imposible para que me marche por mi propio pie.

Me han follado, se han cansado del juguete nuevo el primer día y necesitan mi puesto libre para contratar a otra idiota que acceda a entrar en su juego perverso.

Estoy pensando en el montón de posibilidades que hay para que estas dos me traten tan mal cuando de pronto me acuerdo de la mierda de reunión y su mierda de dosier.

—Mierda —murmuro para mí.

Miro el reloj, son las once y cuarto de la mañana, la reunión es a las cuatro y lo único que tengo es un enojo descomunal. Me siento, bebo agua de mi botella y abro el portátil. Comienzo a trabajar, a imprimir y fotocopiar cosas mientras mis ojos van cada cinco minutos a la esquina inferior derecha del portátil para mirar la hora. Las doce, la una, las dos, las tres, las tres y media... Y yo sin comer y tan solo con una parte de lo que necesito.

Me doy por vencida, es imposible conseguirlo, así que mientras preparo lo que ya tengo me voy mentalizando para la bronca que me van a soltar delante de todos mis compañeros, voy asimilando que me van a humillar, si hay algo que soporto menos que el hecho de que me hablen mal, es que me hablen mal delante de otras personas. Y lo peor de todo es que no puedo defenderme porque Jennie ya me ha dejado claro que no le valen las excusas.

Llego muy puntual, ya que no tengo lo que me van a pedir por lo menos no voy a llegar tarde. Cuando entro en la sala de reuniones solo faltan Lalisa y el profesor de chino, un hombre asiático con una voz de chillona que me hace mucha gracia. Todos los demás, incluida la mujer que unas semanas antes metió su cara entre mis piernas, ya están aquí.

Jennie habla con Misuk con el gesto apacible, parece que está de buen humor, algo es algo. Saludo con un hola escueto y me siento al lado de Misuk en la enorme mesa redonda de la sala. El primer día que la vi me quedé alucinada, estoy segura de que una mesa así de grande la tienen que haber comprado a medida. Los demás profesores también cuchichean unos con otros, pero yo decido no meterme en ninguna conversación, me quedo en silencio observando mi dosier incompleto y notando como la boca se me seca. Voy a levantarme para salir corriendo a mi despacho y coger mi botella de agua cuando veo que Lisa y el chino entran, me siento de golpe. Él se sienta a mi lado y continuación lo hace Lisa, las tengo a ambas a dos cabezas por cada lado, perfecto, mire a donde mire me voy a encontrar la mirada penetrante de una de las dos.

La reunión comienza en cuanto Lalisa se sienta, al principio la dirige ella, su parte es informarnos sobre cómo va el grueso de la empresa en general, no solo nuestro centro, sino de todos. Nos comenta que a finales del mes siguiente inaugurarán una nueva academia, habla de la buena reputación que tiene la empresa y de lo importante que es mantenerla y poco más, después le da paso a su mujer y ella se queda en un segundo plano escuchándola con atención. La parte de Jennie es la que me afecta más, ella trata todos los temas que tienen que ver con los estudios, el profesorado y los alumnos. Me limito a escuchar con atención y quedarme con el rol de estas reuniones para que en las siguientes no me pillen con el culo al aire, porque en esta ya estoy vendida.

Jennie nos hace varias preguntas a cada uno sobre nuestro idioma en particular, en eso no tengo problema, sé responder a todo como se espera, el problema viene al final.

—Bueno, por mi parte ya está, entreguenme los dosieres y damos por concluida la reunión —comenta mientras recoge algunos papeles.

Latidos fuertes, calor y sudor frío. Todo eso de golpe cuando he oído la palabra dosieres. Espero a que todos entreguen el suyo y en último lugar le planto el mío delante. Me basta su mirada para saber que quiere una explicación ante el hecho de que mi dosier sea la mitad de grueso que el del resto.

—Lo siento, no sabía que había reunión ni lo del dosier, me he enterado esta mañana y no me ha dado tiempo a terminarlo, faltan mis aportaciones sobre los alumnos.

—Lo más importante —murmura con sus ojos taladrándome.

—Me pondré a ello y mañana lo tendrá sobre su mesa, lo siento mucho.

Coge todos los dosieres y los chasquea contra la mesa para cuadrarlos, por un momento siento alivio y pienso que la tormenta ha pasado, pero es justo ahora donde comienza de nuevo.

—Llevas trabajando aquí dos meses chaeyoung, el anuncio de la reunión lleva colgado una semana en el tablón, no me vengas con el cuento de que no lo sabías—ladra, eso sí, no levanta la voz en ningún momento, muy educada ella—quiero lo que falta en mi mesa mañana a primera hora, ¿entendido?

—Sí —contesto cabizbaja.

Dicho eso, Lalisa y ella se despiden y abandonan la sala de reuniones juntas. En cuanto salen me levanto y salgo yo también, sus palabras me han humillado y dolido más de lo que esperaba, no soporto esa sangre fría que tiene en algunos momentos. Tengo unas ganas de llorar terribles, noto como me tiembla la barbilla de contenerme y no quiero que nadie me vea, así que me encierro en mi despacho y después de llorar durante varios minutos me sereno y comienzo con la valoración del primer alumno. A las seis voy a dar la clase de los lunes y después de finalizarla voy directa a la cafetería a por un café y una pasta, no he comido nada en todo el día y llevo horas con dolor de estómago. Me como la pasta con esfuerzo, el disgusto me ha provocado un nudo en la garganta y me cuesta hasta tragar, cuando acabo vuelvo al despacho y me encierro de nuevo, no pienso irme de aquí hasta que no tenga acabado lo que me ha pedido. Mi plan es dejarlo sobre su mesa antes de marcharme, sé que voy a acabar muy tarde y ella ya se habrá marchado, así no tendré que verle la cara mañana.

ALGO DE TRES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora