20.1

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Jisoo

Ya he llegado, no pensé que me pondría tan nerviosa, pero ahora que estoy en la puerta de la casa de su jefa y al saber que en cualquier momento la veré aparecer, las mariposas me revolotean el estómago sin control.

Cuanto más hablo con chaeyoung más me gusta, nuestras conversaciones por el móvil siempre se me hacen cortas, aunque hay días que nos hemos pasado hasta dos horas hablando, no entiendo porque no nos llamamos, me encanta su sentido del humor y el descaro que tiene para algunas cosas, el otro día hizo alusión a una escena de sexo en la serie sin pudor alguno y eso, además de estremecerme me gustó, me gusta hablar abiertamente de todo, y encontrar a alguien con quien poder hablar de sexo sin miedo a que te tachen de promiscua es bastante complicado.

La puerta se abre un poco, y unos segundos después veo cómo se cuela una muleta por la apertura y empuja con ella para abrirla del todo. Si antes sentía mariposas ahora siento fuegos artificiales recorriendo todo mi cuerpo, Chaeyoung está muy sexy con esa ropa y me acaba de dedicar una sonrisa tímida mientras baja el escalón con cuidado.

—Veo que lo tienes todo controlado —digo acercándome.

Se hace a un lado para cerrar la puerta, pero yo me adelanto y la cierro por ella. Ahora la tengo de frente y tengo que contener el impulso que siento por lanzarme a por sus labios, respiro, me controlo y finalmente le doy dos besos en la cara.

Que bien huele joder.

—Aun no has visto nada, soy experta abriendo puertas con los codos —se ríe.

Yo también lo hago solo de imaginármela, le abro la puerta del coche y coloco sus muletas en el asiento trasero.

—¿Nerviosa? —pregunto cuando me siento.

—Un poco —confiesa casi sin mirarme.

—No me digas que después de las charlas que hemos tenido ahora no me vas a contar nada... Mira que te vuelvo a dejar en casa—la amenazo.

Rosé se ríe, pero la entiendo, me siento tan nerviosa como ella, solo que tengo la sensación de que si yo no rompo el hielo, ella no lo hará.

Arranco el coche y le pregunto por sus heridas, eso nos relaja a ambas, es algo de lo que hablamos a menudo y de pronto empieza a fluir la conversación. Después de contarme que esta mañana se ha rascado una herida sin querer y casi llora, me pregunta cómo me ha ido el día, le encanta que le cuente mis batallitas en el hospital, trato con tantos pacientes a lo largo del día que siempre tengo alguna anécdota graciosa que contarle, la llevo a una cafetería que conozco, es bastante tranquila y espaciosa y no tiene problemas para caminar con las muletas, tiene unas butacas muy cómodas y amplias, por lo que podrá cambiar de posición si no está cómoda.

Comenzamos a hablar como dos cotorras, esos nervios iniciales del principio han desaparecido por completo y todo fluye con una naturalidad y complicidad que me encanta, es como si nos conociéramos de toda la vida, Chaeyoung me inspira confianza y creo que yo se la inspiro a ella.

Hay momentos en los que me cuesta mirarla, en el hospital, pese a que la pobre tenía un buen golpe en la cara y estaba manchada de sangre me pareció guapa, pero ahora, al natural, la verdadera Rosé me parece preciosa, y cada vez que me sonríe siento que me deshago. Le enseño una foto de cómo ha quedado mi pantalón de trabajo después de habérmelo enganchado en algo que sobresalía de una estantería, y cuando va a cogerme el móvil de la mano nuestros dedos se rozan. Un escalofrío me recorre la espalda y suspiro para no ahogarme, Rosé baja la mirada y se queda inmóvil, pero no retira los dedos ni yo tampoco, y mientras gira un poco la pantalla para poder ver la fotografía acaricio levemente su dedo índice con el mío y veo como se le escapa una sonrisilla antes de retirar la mano.

ALGO DE TRES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora