𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑸𝑼𝑰𝑵𝑪𝑬

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"𝚄𝚗𝚊 𝚝𝚊𝚛𝚍𝚎 𝚖𝚊𝚜 𝚜𝚊𝚕𝚊𝚍𝚊 𝚍𝚎 𝚕𝚘 𝚑𝚊𝚋𝚒𝚝𝚞𝚊𝚕"

"𝚄𝚗𝚊 𝚝𝚊𝚛𝚍𝚎 𝚖𝚊𝚜 𝚜𝚊𝚕𝚊𝚍𝚊 𝚍𝚎 𝚕𝚘 𝚑𝚊𝚋𝚒𝚝𝚞𝚊𝚕"

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CONNELL HOLLANDER

Nicole salió del pabellón murmurando algo mientras buscaba dentro de su macuto. Siempre me había hecho gracia verla refunfuñar cosas que nadie era capaz de entender porque todos estábamos acostumbrados a verla siempre muy seria y con una seguridad sobre las cosas más grande que ella. Solo había conseguido verla de esa forma un par de veces, sobre todo, cuando era Martina la que estaba con ella y habían acabado el entrenamiento. Normalmente solía perder las llaves de la taquilla o no se acordaba de donde había dejado los protectores de las cuchillas de los patines. Lo menos habitual era que no se acordaba en qué bolsillo había echado el teléfono móvil y se pegaba diez minutos en la puerta del pabellón buscando y sacando toda la ropa que llevaba ahí metida hasta darse cuenta que siempre lo llevaba en el bolsillo de dentro, porque, según ella, así nadie sabría donde estaba guardado porque era demasiado cantoso que alguien lo metiera ahí.

    Tuve que morderme el labio inferior conteniendo la sonrisa mientras me preguntaba qué sería lo que había perdido esta vez. Me incorporé de donde estaba apoyado y me metí las manos en las calzonas que llevaba puestas. Me quedé viéndola unos minutos más antes de acercarme a ella. Sabía perfectamente que, hasta que no encontrara lo que estaba buscando, no iba a dejar de hacerlo y de ver que estaba justo a unos metros de ella. Así que me dediqué a contemplarla con diversión, a la vez que me iba acercando despacio a ella.

    —Dónde diablos he metido el paquete de pañuelos... —logré descifrar una vez cerca de ella—. Joder, me va a llegar el moco al tobillo a este paso —no quise reírme en voz alta, pero no pude evitarlo. Los ojos azules de Nicole se centraron en mí y, como consecuencia de sus palabras, sus mejillas se tiñeron de rojo por la vergüenza. Rápidamente, se tapó la nariz y se dio la vuelta para que no viera su moco.

    —¿Te ayudo, reina del hielo? —pregunté, acercándome a ella por detrás y agachándome hasta quedar a la altura de su oreja.

    —¡Dios, Connell! ¿Por qué tenías que ser hoy tan puntual? —Nicole ni me mira al decirlo. Está demasiado ocupada en buscar el paquete de pañuelos mientras se pelea con la bolsa para que no se le caiga todo lo que hay dentro e intenta taparse la nariz para que no le vea el moquito. Apoyo la frente en su hombro mientras me parto de la risa por el espectáculo que está montando ella sola—. ¡Deja de reírte! ¡no tiene ninguna gracia! —exclama, pero, lejos de parecer irritada, está a punto de partirse de risa también.

    —Es que ojalá te vieras desde mi punto de vista —logro decir entre risas, mientras consigo que algo de aire entre en mis pulmones—. Menos mal que esto está solo porque te veo siendo viral por las redes sociales.

SALVANDO MR SKI LOUNGEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora