𝑷𝑹𝑶𝑳𝑶𝑮𝑶

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"𝙿𝚛𝚒𝚖𝚎𝚛 𝚎𝚗𝚌𝚞𝚎𝚗𝚝𝚛𝚘"

"𝙿𝚛𝚒𝚖𝚎𝚛 𝚎𝚗𝚌𝚞𝚎𝚗𝚝𝚛𝚘"

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NICOLE MAYBANK

El entrenamiento de hoy había sido uno de los más duros desde que me apunté hace ya más de un año y medio. Había estado entrenando día y noche con la intención de alcanzar el mismo nivel que el resto de patinadores que compartían categoría. Y lo había conseguido. Lo que significaba que, de ahora en adelante, los entrenamientos iban a ser mucho más intensos. Lo de hoy había sido puro calentamiento, según mi entrenadora.

La alarma que indicaba el cambio de equipo, me había pillado ya fuera de la pista. El pabellón era utilizado por ambos equipos, el de hockey y el de patinaje. Cada semana, nos cambiábamos el turno para usar la pista. Una semana entrenamos nosotros primero y otra ellos. Hoy nos había tocado a nosotros. Me despedí de mis compañeros y puse rumbo a los vestuarios. Papá estaría a punto de llegar y aun no me había cambiado.

El pabellón había sido reconstruido hace poco por lo que, todavía no manejaba muy bien los nuevos cambios. Tras dar tres vueltas y abrir puertas sin ton ni son, los encontré. La puerta chirrió un poco al abrirse y casi me doy con ella en la cara. Dentro, un chico me miraba con el ceño fruncido y a medio camino de ponerse la camiseta de entrenamiento de hockey.

—¿Qué haces? —pregunté.

—¿No lo ves? Cambiándome —el chico respondió con obviedad y terminó de ponerse la camiseta—. ¿Qué haces tú?

—Venía a cambiarme, pero estás invadiendo mi vestuario.

—¿Tu vestuario? —preguntó, aguantándose la risa.

—El de chicas —aclaré.

—Ehm... No.

—¿No? No, ¿qué?

—Que este no es el vestuario de chicas.

—Sí —respondí, segura.

—No.

—¿No? —pregunté. Negó. Sentí como las mejillas, que seguramente ya las tenía rojas por culpa del frío, se tornaron aún más rojas de lo habitual. El chico sonrió. Esperaba que no se estuviera riendo de mí porque entonces tendríamos problemas.

—Los letreros están encima de los marcos de las puertas —indicó—. A mí también me ha pasado, no te preocupes —añadió con una sonrisita.

Giré sobre mis talones y salí unos pasos para poder mirar sobre la puerta. Efectivamente, encima del marco, había un cartel en el que se indicaba que era el vestuario de chicos. Bajé la cabeza con rapidez, dándome cuenta de que acababa de hacer el ridículo frente a uno de los chicos del equipo de hockey. Lo que podía significar que en cuanto se encontrara con sus amigos, hablarian de esto y de lo estúpida que he sido.

—Mierda —empiezo a murmurar, totalmente avergonzada—. Mierda, mierda, mierda —agarré la asa de mi macuto y retorcí unos cuantos pasos hasta chocar con una de las columnas.

SALVANDO MR SKI LOUNGEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora