𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑼𝑵𝑶

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"𝙻𝚊 𝚌𝚑𝚒𝚌𝚊 𝚍𝚎 𝚕𝚘𝚜 𝚟𝚎𝚜𝚝𝚒𝚍𝚘𝚜 𝚍𝚎 𝚕𝚎𝚗𝚝𝚎𝚓𝚞𝚎𝚕𝚊𝚜"

"𝙻𝚊 𝚌𝚑𝚒𝚌𝚊 𝚍𝚎 𝚕𝚘𝚜 𝚟𝚎𝚜𝚝𝚒𝚍𝚘𝚜 𝚍𝚎 𝚕𝚎𝚗𝚝𝚎𝚓𝚞𝚎𝚕𝚊𝚜"

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CONNELL HOLLANDER

Nuevo curso, nuevo horario, nuevas clases, nueva rutina, nuevos lamentos por las notas que no consigues aprobar, pero, lo más importante, nuevo ciclo de fiestas universitarias que se basaban en beber día sí y día también. Aunque tuvieras clase al día siguiente y tú estuvieras bebiéndote la noche anterior hasta el agua de los jarrones. Aunque tuvieras entrenamiento después de un día agotador al que te ha acompañado el dolor martilleante y constante de cabeza. Tú único objetivo al salir de fiesta, era ponerte morado de alcohol y vivirla como si fueras a morirte mañana.

Esa es la verdadera experiencia de la universidad. Beber y disfrutar con tus amigos todo el tiempo. Nada de clases y trabajos. No. Sal, disfruta, emborráchate, pasa una noche de sexo guarro con un desconocido y repítelo a lo largo de los malditos cuatro años que dura la carrera, joder.

—Estoy deseando ver que han preparado estos cabrones —dice Gael, mi mejor amigo y mi extremo de confianza en los partidos importantes.

—Esta noche vamos a partir la barra, colega —aseguro, dándole dos palmadas en el pecho mientras le sonrío con picardía.

—No prometas cosas que luego no vas a cumplir —me advierte con una sonrisa burlona. Ruedo los ojos y me separo de él con una molestia fingida.

—Siempre cumplo lo que prometo.

—No cuando ella está por medio —dice, señalando con la cabeza a la entrada de la casa de Kevin, uno de los defensas del equipo. El corazón comienza a latirme deprisa cuando veo esos rizos rubios bailar de un lado a otro—. Estás volviendo a babear —vuelve a burlarse mi mejor amigo.

—Ya está superado —mentira, Connell.

—¿Hasta cuando?

—Esta vez va completamente en serio —me intento convencer.

—Connell Hollander, lo que tu sientes por Nicole Maybank va mucho más allá.

—Déjate de gilipolleces.

Negué con la cabeza y dejé a mi mejor amigo detrás mientras se reía de mi reacción. Vale, admito que lo de Nicole no estaba superado, pero no pensaba decírselo a ese cabrón porque, entonces, estaría riéndose de mí por el resto de mis días. Prefería mantener mi enamoramiento en secreto antes de estar aguantándolo todo el tiempo.

La casa de Kevin estaba a reventar. Eso era una buena señal, la gente no se había olvidado de la primera fiesta que se organizaba en todo el curso. Como capitán del equipo que había ganado la última liga (por segunda vez consecutiva), me había tocado organizar las fiestas de las fiestas porque, primero, estábamos celebrando una nueva etapa y, segundo, estábamos celebrando que el equipo había ganado al eterno rival. Como para no estar celebrándolo.

SALVANDO MR SKI LOUNGEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora