Capítulo 23.

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Desde que subimos al auto de Lilian, siento como si no fuera yo, como si yo me estuviese mirando desde el otro lado de la ventanilla. Mi niña está en el asiento trasero, no ha hecho nada ni ha hablado. Mi amiga se mantiene callada a mi lado.

Las lágrimas no dejan de correr por mis mejillas, a cada nada las tengo que limpiar.

—Cariño, creo que debes decirle a mi primo. No ha dejado de llamar y mandar mensajes...

—No quiero que se altere por esto—limpio mis lágrimas.

—Tengo una idea. Podemos ir a su departamento, Asher entenderá todo y se quedara tranquilo—me da un pequeño apretón en el muslo.

—Sí, creo que es buena idea.

—Bien.

Se desvía para el vecindario de Asher, pasan casi diez minutos cuando estamos aparcando en su edificio. Ya hace un poco de frío así que al bajar me pongo mi abrigo y a mi hija la arropo con su cobija. Caminamos en silencio hasta el interior del edificio para subir al ascensor.

Me siento nerviosa estando fuera de la puerta, me da vergüenza decirle a Asher que mi madre me echo de la casa, que se dé cuenta que mi madre todo este tiempo me ha culpado de la muerte de Mónica, mi hermana.

—Sabes que él no va a juzgarte, mi primo te adora y eso nada lo cambiara.

No es porque vaya a juzgarme, el miedo es porque posiblemente tengo que contar la verdad, mi verdad. Algo que es mucho más preocupante.

No hizo falta llamar a la puerta, porque, Asher abrió la puerta. Se le miraba alterado, su cabello está algo despeinado y sus ojos están humedecidos.

—Aitana... ¿Qué... cómo?

No digo otra cosa, lo abrazo aun teniendo a mi hija en brazos. Asher nos rodea y siento como si un poco de la pesadez de mi cuerpo se evaporará. Sin quererlo empiezo a llorar otra vez.

—Vengan, hay que entrar—se lleva a Daila en brazos, mi hija ya parece más feliz. —¿Quieren algo de beber?

—No, yo estoy bien ¿Cariño, quieres tú?

Negué con la cabeza y me deje caer en un sofá. Asher y Lilian conversaron sobre que ella llevara a jugar a Dai. Las mire irse por el pasillo, mi niña parece haber dejado la tristeza a un lado para entrar a la casa de Asher.

Este último se sienta a mi lado, me abraza y me da un beso en la frente. Me pego más a su cuerpo, quiero sentir su calor, sentirme protegida por lo menos un poco.

—Tuve un problema... mi mamá.

—No tienes por qué decir nada amor, puedes tranquilizarte y después me dirás lo que sea que haya pasado—me acaricia la mejilla.

—Quiero decírtelo ahora, que sepas que está pasando—asintió y me puso mucha más atención. —Mi mamá está molesta por lo que paso en el viaje a las montañas, y antes de que te molestes, quiero decirte que no vas a hacer nada—quiso hablar y le puse un dedo en la boca. —Tu hermana fue a buscarla para decirle todo lo que paso... cuando llego a casa me lo reclamo, las cosas fueron escalando cada vez a más fuertes, así que mejor me fui a mi habitación... cuando estaba hablando con Dai, ella... ella te dijo papá. Mamá lo escucho y se desató de nuevo el caos.

Más lágrimas se deslizan por mis mejillas, siento sus carisias en mi rostro y espalda. No quería desmoronarme frente a él, pero es imposible que no suceda. Llevo años ahogando muchas lágrimas, por años este dolor solo ha sido mío y no dejo que salga bajo ninguna circunstancia, y creo que ahora puede irse disipando poco a poco.

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