Capítulo 27.

4 0 0
                                    


Aitana.




¿Qué si me dolió lo que acabo de hacer?

Me duele hasta el alma, no quise hacerle daño a Asher, pero no sabía cómo terminar todo esto. Las amenazas de Manuel son más insistentes cada día. Hoy cuando me desperté tome mi teléfono y justamente en ese momento me entro una llamada.

Buenos días mi muñequita hermosa ¿Dormiste bien?

—¿Qué es lo que quieres?

—Saber cuándo nos vamos, no sé si ya te avisaron pero tu papá tuvo un accidente hoy—me quede estática al oírlo.

—Mi papá...

—Si, al parecer iba saliendo a su trabajo cuando un idiota estrello su auto contra el de Oliver. Dile que tenga más cuidado, la próxima vez tal vez sean los frenos...

Y sin más corto la llamada, yo seguí temblando ahí a media recamara. Pero marque con urgencia al número de mi papá y contesto al tercer timbre.

Papá, papá por favor dime que estás bien... ¿Papá...?

—Tranquila mi niña, estoy bien solo fue el susto del momento, pero no me paso nada, el tipo se dio a la fuga pero no paso a mayores.

—Voy para allá

—No, no es necesario, te digo que estoy bien. Vamos llegando a casa con Mariana, los médicos...

—¿Por qué no me llamaste?—un sollozo se me escapa.

—Porque no quería que te preocuparas como lo estas ahora. Te digo que no tengo ni una lesión, pero de igual manera no iré hoy a trabajar me lo tomaré de descanso. Mejor si quieres vengan más tarde, trae a Asher también, pasemos un ratito en familia ¿Qué te parece?

—No vuelvas a dejarme para última papá, peor aún, no me dijiste...

—Perdón rulitos.

—Te quiero mucho papá, no quiero que nada te pase.

—Nada malo va a pasarme, los espero más tarde. Las amo.

—Nosotras también te amamos papá...

Cuando por fin entro al club, siento como si no fuera yo quien va caminando, escucho muchas voces a lo lejos y todas son las de Manuel riéndose y burlándose de mí.

No quería hacerle daño a Asher, no sabía de que manera terminar con lo que estábamos haciendo, no quería que le hicieran daño por mi culpa, no podría vivir sabiendo que por mi culpa ya no estuviera aquí.

Prefiero saber que vive odiándome a que muera amándome. Y sé que no es un juego lo que Manuel me dijo, sé de lo que es capaz, yo he sido testigo viviente de lo que esa familia puede hacer.

Las voces no paran, mi vista sigue nublada y la respiración es casi nula. Me sostengo de lo primero que toco, no me había dado cuenta que llegue hasta la zona de restaurant. Unos brazos me sostienen y escucho mi nombre pero es casi como un susurro.

—Aitana responde ¿Qué sucede?....

Reconozco quien es, Max, me ayuda para sentarme y se pone encuclillas para tenerme casi a la altura de su rostro. Sigue sosteniéndome del rostro y me habla pero yo no puedo contestar, es como si no supiera como hacerlo.

—¡Por Dios contesta mujer!

Y la única manera que una palabra salió de mi boca fue cuando recodé esos ojos verdes llenos de lágrimas y como su rostro se bañó de ellas.

DescubrámosloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora