Capítulo 31.

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 Aitana.

No puede ser, son los abuelos de Asher ¿Qué hacen los Miller aquí? Por instinto tomo de la mano a mi hija y me trato de ocultar.

—¿Qué haces?—me dice Manuel.

—Ahí están los Miller, no dejare que nos vean. Te recuerdo que ellos suponen que desaparecimos.

—No seas ridícula y camina, anda, rápido.

Subimos a la siguiente planta del lugar y solo hay hombres, ocho para ser exactos y de sobresale una mujer, va vestida de rojo y su largo cabello azabache bien peinado. Los saludo y solo algunos contestan, Manuel se sienta al extremo de la mesa y yo me siento justo al frente de la mujer.

Nos traen las cartas y toman la orden. No estoy cómoda, la mujer de nombre Ximena, no ha parado de mirarme, pero esas miradas intimidantes, me ve y después ve a Manuel, le acaricia el brazo y me mira de nuevo con una risa de burla.

No soy muy experta en el tema, pero creo que esta gatita se anda comiendo esa croqueta y esta "Marcando" lo suyo.

Yo tampoco lo soy, pero comparto idea. Antes de que llegue la comida, me disculpo y voy al tocador, uno de los guarda espaldas me sigue y se queda afuera. Estoy lavándome las manos cuando entra la tal Ximena.

—Hola, yo soy Ximena— me dice mientras retoca su labial.

—Yo soy Aitana.

—La mujer de Manuel ¿Cierto?—me mira.

—Yo no soy su mujer—le contesto.

—Me parece genial porque él y yo llevamos meses tratándonos y no pienso dejártelo por muy mamá que seas de su hija.

—Pues yo no pienso tener nada con él, solo estamos compartiendo la crianza de mi hija. No me interesa nada relacionado con él.

—Entonces ¿Para qué estás aquí?

—Bueno si tienes tantas dudas pregúntale a él, para eso es que se están tratando— sin más que decir camino a la salida y me voy a la mesa de nuevo.

Ximena llega unos minutos después y sus miradas hacia mi siguen y ocasionalmente le hace caricias. Pobre, está muy equivocada si piensa que me está poniendo celosa.

Al contrario, mi preocupación es otra. Mi mente sigue en las personas que mire al entrar. Solo espero que ya se hayan ido. Al terminar la cena Manuel se despide de todos y yo llevo a mi hija cargando porque se ha quedado dormida. Al bajar las escaleras por instinto miro a donde mire a los Miller, pero para mi suerte o no, ya se fueron.

Uno de los guarda espaldas me ayuda para subir a mi hija al auto y después subo yo y antes de que Manuel suba, Ximena lo toma del cuello y le planta un beso de aquellos que gritan las ganas que hay. Él le responde igual y hasta una apretada de trasero le da.

Sube al auto y nos ponemos en marcha a la jaula.

—¿De qué hablaste con Ximena en el baño?—me pregunta Manuel.

—Fue a decirme que se están follando hace meses y que me ande con cuidado—le contesto.

—¿Te molesta que así sea?

—Claro que no. No hay porque me moleste, es muy tu vida y tus ITS.

No contesto nada más, pero sus nudillos se ponen blancos de tanto apretarlos. Llegamos a la jaula y llevo a mi hija a la habitación, le pongo el pijama y yo igual. La dejo acostada y me dispongo a bajar por un vaso con agua. Manuel sale de su habitación y me jala hacía ella.

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