Capítulo 5

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—Larry al acecho...

Un par de semanas después y los ánimos se habían aplacado en su mayoría entre Remus y Lawrence, quienes retomaron su reciente amistad y comenzaron a pasar una buena porción de su tiempo libre en compañía del otro. De aquel tropezón que habían tenido apenas conocerse no quedaban ni las huellas, y Lawrence se esforzaba cada día en mantener su trato con Remus natural y sin hacer mención a sus cicatrices, incluso cuando al cabo de la siguiente luna llena aparecieron más. Al respecto sólo preguntó si Remus estaba bien, y ya que éste desestimó hablar del tema, Lawrence no volvió a presionarlo al respecto.

Pese a la buena animosidad entre ellos, Sirius mantuvo su actitud de desagrado por Lawrence, llamándolo Larry a pesar de repetidas peticiones de éste en no hacerlo, y alegando cada vez olvido.

—Compórtate, Sirius —le codeó Remus, aprovechando que se habían sentado frente a frente en la mesa de Gryffindor—. Sólo viene a saludar.

—Eso crees tú... —Gruñó su amigo, y en efecto, sus palabras se volvieron realidad cuando Lawrence ocupó el otro lado de Remus y se quedó con ellos a desayunar.

—¿No les molesta a tus amigos en Hufflepuff que pases tanto tiempo con los Gryffindor? —Preguntó Peter, quien después de Remus era quien más le había dado la bienvenida a Lawrence dentro de su grupo como un amigo más.

—Para nada. Saben que me la paso genial con Remus y eso es lo que cuenta, ¿o no? Es el espíritu Hufflepuff al fin y al cabo.

Remus se atragantó con el trozo de tostada que comía en esos momentos, y fue Sirius quien le dio unos golpecitos en la espalda para ayudarlo.

—Uhm, gracias —alcanzó Remus a responder, y tuvo que parar a Sirius, quien le estaba aporreando y le impedía seguir hablando—. Yo también me la paso bien contigo.

Pasando de charla profunda a un tema más ligero como era el paseo que harían ese día a Hogsmeade, Lawrence recibió toda clase de consejos acerca de cuáles tiendas visitar primero, qué calles recorrer, en cuál sitio comer el almuerzo y las atracciones locales con las que contaban.

—Unos compañeros me hablaron de la Casa de los Gritos —dijo Lawrence al respecto, y pasó por alto la tensión que de pronto se instauró en el grupo—. Algo de que es el edificio más embrujado en toda Gran Bretaña y que no podía dejar de echarle un vistazo.

—No es tan increíble como lo pintan —murmuró Remus, quien tuvo que hacer un esfuerzo por mostrarse más tranquilo de lo que en realidad se sentía—. Nunca hemos visto nada sobrenatural ahí, ¿verdad, chicos?

—Nada —confirmó Peter.

—Ni un fantasma —secundó James.

—Ninguna criatura peligrosa —cerró Sirius, que por debajo de la mesa recibió dos pisotones, uno de James y otro de Peter por su desliz.

—En todo caso me gustaría ir ahí y comprobarlo por mí mismo. Así al menos tendría algo interesante qué contarles a mi familia en mi próxima carta.

—Supongo que podríamos ir por ahí y... —Masculló Remus, para quien la noche que pasaba ahí cada mes era más que suficiente, y tener que regresar no le resultaba en lo absoluto interesante.

Acabando su desayuno para ser de los primeros en salir, pronto los cinco estuvieron rumbo a Hogsmeade, con Remus y Lawrence liderando la marcha, seguidos de Peter y James, y por último Sirius, que para ese día había elegido ropas muggle e iba enfurruñado con las manos dentro de los bolsillos de sus jeans.

De reojo, mientras escuchaba a Lawrence hablar de los dulces que había escuchado mencionar y que quería probar por su cuenta, Remus se mantuvo alerta de su amigo, que por regla general habría estado armando barullo y creando diversión durante el camino, pero en su lugar se mantenía taciturno y con un perpetuo ceño fruncido que le hacía parecer estreñido.

«Bueno, ¿pero qué le pasa? ¿Cuál es su problema?», pensó Remus contagiado de su mal humor, pues si bien no era ciego y entendía que a Sirius la presencia de Lawrence no le era del todo grata, no por eso tenía derecho a comportarse como un completo idiota. Si Sirius tenía algún problema con Lawrence, tenía que ser injustificado, pues si Remus había podido perdonarle su desliz anterior sin guardarle rencores, ¿por qué Sirius no podía hacer lo mismo y empezar desde cero en lugar de aferrarse a viejos rencores?

Dispuesto a no dejarse hundir por aquella extraña atmósfera que emanaba de Sirius y que contaminaba la armonía del grupo, Remus propuso separarse en grupos, pues ahí donde James quería surtir de vuelta su baúl con bombas apestosas para una broma que tenía planeada en contra de los Slytherins, él más bien tenía intenciones de darle las riendas a Lawrence y dejar que él decidiera por cuál tienda empezar.

Al hacer su propuesta, James y Peter se decantaron por Zonko, y atrás quedó Sirius rezagado.

—¿No vas a ir con ellos? —Preguntó Remus, pues él y Lawrence iban a Honeydukes y Sirius no había demostrado particular interés en ello.

—Nah, creo que mejor iré contigo, con ustedes —se corrigió en el acto, pero a Remus no le pasó por alto que Sirius se las arregló para posicionarse entre él y Lawrence, y que ahí se mantuvo hasta que llegaron a la tienda.

—Woah, sólo espero no gastarme el dinero de mi semana aquí —dijo Lawrence apenas entraron a la tienda y a su alrededor aparecieron docenas de estantes repletos con todo tipo de caramelos.

—Error de principiantes —dijo Sirius, y se ganó el segundo codazo del día por parte de Remus—. ¿Qué, es cierto? A todos nos pasó alguna vez.

—En realidad sólo quiero un par de caramelos y... —Revisando las etiquetas mientras hacía su selección, Lawrence se quedó ahí mientras Remus empujaba a Sirius a un par de metros y le echaba la bronca por sus descortesías.

—Si te ibas a comportar así, entonces no hacía falta que vinieras. Pudiste haber ido con James y Peter a Zonko.

—Pero Moony-...

—Oh no, llamarme así no te salvara de ésta, Sirius —replicó Remus en voz baja pero enojado—. ¿Podrías al menos ser amable? Lawrence es nuevo aquí, y apreciaría que no pusieras los ojos en blanco cada vez que habla. Es una terrible descortesía de tu parte comportarte como salvaje.

—Es que... Sucede que... Mira, pasa que... —Empezó Sirius varias veces sin ser capaz de continuar. Al final resopló, y un largo mechón de su cabello negro se alzó sobre su frente hasta caer sobre su mejilla—. No me agrada, ¿vale?

—Pues a mí sí —dijo Remus—, y si tanto te molesta Lawrence, bien habrías haberte ahorrado la visita a Hogsmeade del todo.

—¡Pero-...!

—Oh, miren —se les acercó Lawrence, que ajeno a la discusión que mantenían en ese momento, traía consigo una tableta de chocolate cuyo atractivo principal era escribir un mensaje secreto que después se mezclaría y había que jugar con las piezas hasta volverlo a armar—. ¿A que es genial? Tengo que comprar un par y enviárselos a mis hermanas, a ellas les parecerá increíble. En Estados Unidos no tenemos chocolates como éste.

Sirius gruñó, en tanto que Remus fingió interesarse. Pero un segundo estaba Remus diciéndole a Lawrence que quizá él también compraría una barra de ese chocolate, y al siguiente estaba buscando a Sirius, que en ese momento salió de Honeydukes y lo único que quedó fue el repiqueteó de la campanilla de la puerta que marcaba su salida.

—Supongo que fue a buscar un baño —dijo Lawrence al percatarse de su abrupta marcha, y Remus asintió con él.

—Puede ser...

Con C de Celos y Cicatrices [Wolfstar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora