Capítulo 11

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A su vuelta a la torre de Gryffindor, Remus se dirigió directamente a James y le pidió hablar a solas.

—¿Qué hizo James? —Preguntó Peter en voz baja a Sirius, quien se encogió de hombros porque ni él mismo sabía.

Entre tanto, Remus guió a James al otro lado de la sala, y arrinconándolo contra la pared, arqueó una ceja y espero a que fuera su amigo el primero en hablar.

—Vale, deduzco que Lawrence te contó todo y de paso muy inclusión en este asunto —dijo James, que para eludir la mirada salvaje y casi enloquecida de Remus se sacó las gafas y procedió a limpiar los cristales con la manga de su túnica—. ¿Qué puedo hacer por ti?

En un inicio, Remus había subido con intenciones de desmentir la loca teoría de James, de obligarlo a retractarse, de marchar con él a rastras de vuelta con Lawrence para aclarar aquel tonto malentendido con Sirius, pero... Una vez que el conejo estuvo fuera del sombrero, fue imposible volver a meterlo.

La verdad no era siempre tan conveniente ni tan fácil de ocultar, y una vez que las palabras llegaron a sus oídos el resto fue una simple sucesión de hechos.

En efecto, James podía llevar gafas y vérselas difícil en los días de lluvia cuando le humedad le obligaba a desempañarse los cristales cada cinco minutos, pero al parecer había sido de entre ellos cuatro quien mejor ojo tuviera para calibrar la situación en la que se encontraban, y había actuado motivado por la mejor de las voluntades para evitarles a la larga un sufrimiento mayor.

Lo que no evitaba que en ese mismo instante Remus se sintiera destrozado por dentro y listo para hacerse un ovillo en el piso y llorar.

—Quiero que te retractes y que hagas todo esto volver a ser lo que era antes —dijo Remus con la mandíbula encajada con su sitio y articulando con dificultad—. Hace una hora podía ser yo mismo, estar con ustedes actuando con normalidad, y en cambio ahora...

«No puedo ver a Sirius a la cara, ni estar con él en la misma habitación, ni soporto la idea de que...»

—No funciona así, Remus... —Dijo James, colocándose las gafas de vuelta y encontrando que la mirada que antes tenía Remus en el rostro, y que era más el lobo que habitaba en su interior que él mismo, había sido suplantada por esa otra que su amigo todavía conservaba, y que era idéntica a la que alguna vez puso cuando los tres se sentaron a su alrededor y le confirmaron estar al tanto de su licantropía.

—¿No? Pues debería, porque esto es... —Remus apretó las manos en puños a los costados—. ¿Cómo se supone que voy a vivir de esta manera?

—Mira, Remus... Estoy seguro de que Sirius siente lo mismo que tú, y es sólo cuestión de tiempo antes de que se dé cuenta y-...

—¡Pero es que eso no lo sabes! —Replicó Remus, y su exabrupto trajo como consecuencia que a su alrededor varios alumnos se giraran para verlos—. Mierda...

—¿Por qué no subimos a nuestra habitación y lo hablamos con más calma? —Sugirió James para evitarse dar una escena en plena torre de Gryffindor, pero para entonces tanto Sirius como Peter ya habían abandonado sus asientos y se habían unido a ellos.

—Cualquier cosa que haya hecho Lawrence sólo tienes que darme una señal y me encargaré del resto, Moony —dijo Sirius, que tomó del brazo a su amigo y no se percató del temblor que le atacó a éste por el roce de su mano, incluso tras varias capas de ropa.

—No es eso, Sirius —dijo James.

—¿Entonces qué-...?

—Prefiero estar a solas —murmuró Remus, que sacudiéndose la mano de Sirius y evitando la mirada atenta de James, eludió también a Peter y subió solo las escaleras a su dormitorio.

Un claro mensaje de 'déjenme en paz' que sus amigos interpretaron a la perfección.

Con C de Celos y Cicatrices [Wolfstar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora