Sin Sirius a la vista por el resto del paseo, Remus y Lawrence recorrieron Hogsmeade a sus anchas, deteniéndose en cada tienda hasta que se hizo tarde, y después haciendo una corta parada en Las Tres Escobas para beber una cerveza de mantequilla. Ahí habían quedado en reunirse los cinco cuando hubieran terminado con sus compras, y uno a uno fueron llegando después que ellos. Primero James, que había hecho lo posible porque Lily Evans se les uniera, pero la chica había prescindido de él y de su invitación, así que ahí estaba bebiendo su segundo tarro y maldiciendo su suerte. El siguiente fue Peter, que con mejor suerte en el amor que su compañero, venía regresando de una improvisada cita con una Ravenclaw de cuarto año con la que había bebido té y compartido un biscocho, además de hacer planes para verse también mañana.
El último fue Sirius, quien no sólo llegó después de la hora señalada, sino también cargando una bolsa repleta hasta el tope con objetos varios que dejó en la única silla libre que quedaba en la mesa.
De su exabrupto anterior y su mal humor no había ni rastros, y Remus estuvo agradecido que al menos aunque no era del todo atento con Lawrence, Sirius mantuvo sus 'Larry' al mínimo y no le dirigió ninguna mirada sucia.
Al momento de pagar las consumiciones, estalló un pequeño conflicto cuando por lo bajo Lawrence intentó pagar la parte de Remus.
—Oh, no te preocupes-... —Empezó éste a rechazar la oferta, pues si bien aunque en sus bolsillos no sobraba el dinero, tampoco quería depender de los demás para pagar sus propias consumiciones.
Esa era una regla que habían establecido entre ellos desde el inicio, y que sus amigos habían tenido que aceptar a rajatabla, pues Remus prefería pagar por sí mismo sus compras que permitir a alguien más encargarse de sus deudas. Con respecto a regalos y demás, era un poco menos estricto, pero igual prefería sentir que había 'pagado' que aceptar simple caridad. Y lo que Lawrence intentaba hacer en esos momentos entraba dentro de esa última categoría.
—Insisto —presionó Lawrence, que ya había sacado su saco con dinero y hacía tintinear un buen puñado de galeones que llevaba ahí dentro.
—A Remus no le gusta la caridad de extraños —gruñó Sirius, muy para mortificación de Remus, que en el lugar de plantarle el tercer codazo de la tarde, le metió un pisotón que acabó por lastimarlo más a él que a Sirius, ya que éste llevaba sus botas de corte industrial que había comprado en el Londres muggle y que de puntera llevaban una pieza metálica. "La dependiente me dijo que se utiliza en las manifestaciones punk, ¿a que es genial?", había dicho Sirius apenas ponérselas una primera vez, pero Remus no había contado con que le lastimarían el talón al querer castigar su intromisión.
—Somos amigos —se defendió Lawrence de su decisión por pagar la cuenta, y tras una corta pausa en la que miró a Remus a los ojos, agregó—: Además, estamos aquí en una cita.
—¿Uh? —Remus se ahogó con su propia lengua—. ¡¿Q-Q-Qué?!
—Es lo que te dije cuando te pedí salir este fin de semana —dijo Lawrence en voz baja, mortificado.
—Yo pensé que... Estaba leyendo cuando me preguntaste, ¿recuerdas?, y creí que te referías a una cita, no una cita...
En efecto, habían estado en la biblioteca leyendo acerca de una revuelta de centauros en el siglo VIII que Binns les había dejado como tarea, y al escuchar de una cita para el siguiente fin de semana en Hogsmeade, Remus había asumido que se trataba de una cita grupal, no un... Tête à tête entre ellos dos, que además tenía intenciones románticas. Porque las tenía, ¿o no? A eso se refería Lawrence con cita.
—Ouch —dijo Peter, y fue la señal para que James dejara un puñado de monedas sobre la mesa que cubriera los costos de su estancia, y tomando a Peter y a Sirius del brazo, se apresuró a sacarlos de ahí y darle a la pareja su bien merecida privacidad.
Si bien Sirius opuso resistencia, pronto consiguió James su cometido, y atrás quedaron Remus y Lawrence, viviendo un momento incómodo como pocos.
—Lawrence...
—¿Podemos marcharnos? —Le interrumpió éste, agregando al dinero de James unas monedas más para asegurarse de dejar una buena propina.
Aturdido, Remus le siguió al exterior, en donde para su sorpresa Lawrence le ayudó a colocarse su saco y también la bufanda que éste había llevado por si refrescaba.
En silencio cruzaron Hogsmeade y emprendieron la marcha de regreso a Hogwarts.
Consciente de que tenía que aclarar aquel malentendido lo antes posible, Remus intentó en repetidas ocasiones forzarse a hablar, pero cada vez que abría la boca las palabras se negaban a salir, y quedaba él como la excelente imitación de un pez.
En sí, el problema no era que a Remus le pareciera mal ser pretendido por otro chico, o las consecuencias que habría al respecto. En el mundo mágico no era mal visto que dos magos o dos brujas decidieran ser abiertos con su amor, y el consenso general dictaba que no era asunto de nadie más, así que Remus no temía de represalias ni de que aquello se le tomara en cuenta para ser víctima de más burlas, pero... Su conflicto interno tenía más que ver con el hecho de que hasta entonces no se había planteado en serio su sexualidad, y si tenía que ser honesto consigo mismo, aunque encontraba halagador el interés de Lawrence por su persona, eso no ponía mariposas en su estómago como se supone que debería ocurrir si sus sentimientos fueran recíprocos.
Juntos tenían buenos momentos, y no dudaba que Lawrence sería un novio maravilloso, pero Remus no podía imaginarse siquiera besándolo, y una relación sin esa chispa física acabaría por estallarles en la cara a ambos igual que una partida de snap explosivo.
—Remus —interrumpió Lawrence sus meditaciones cuando ya se encontraron en los terrenos de la escuela y la despedida se hizo inminente.
Remus esperó alguna confesión de su parte, algo concreto que revelara en qué posición estaba, pero Lawrence se limitó a tomar su mano, y Remus se vio impelido a soltarlo porque le daba miedo ser grosero.
«Estúpida cortesía británica...», pensó él, todavía esperanzado de una rápida confesión que le permitiera un indoloro rechazo (al menos tanto como estuviera en sus posibilidades), pero Lawrence permaneció en silencio el resto del camino hasta llegar a la entrada del castillo, en donde hicieron un pequeño desvió para posicionarse a unos metros de la entrada, entre unos arbustos que le confirieron al momento la privacidad que tanto necesitaban.
—Me la pasé muy bien hoy en Hogsmeade contigo. Tus amigos son geniales...
—Seguro que no piensas en Sirius para decir eso.
—Bueno, no me desagrada tanto como yo a él —dijo Lawrence—, pero James y Peter son divertidos. Y, uhm, tú eres... tú.
«Oh, Merlín... Ahí viene».
—Uhm, compré algo para ti en Honeydukes —dijo Lawrence de pronto, sacando de su bolsillo una de esas tabletas de chocolate con mensaje secreto y se la extendió a Remus, que la tomó sin saber si el protocolo le obligaba a algo por aceptarla—. Creo que explicará más de lo que yo puedo hacer en estos momentos.
—Gracias —musitó Remus con un hilo de voz, la garganta seca y paralizada de miedo porque de repente Lawrence intentara besarle.
El entorno era perfecto en aquellas sombras y rodeados de setos que los protegían de miradas indiscretas, y aunque Lawrence sí fue a por todas al besarlo, la sorpresa de Remus radicó en que lo hizo sobre sus nudillos, alcanzo la mano que todavía le sostenía, y plantando un suave beso en sus falanges.
Luego le acompañó al interior del castillo, y cada uno tomó su propia ruta a la sala común que le correspondía.
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Con C de Celos y Cicatrices [Wolfstar]
FanficRemus siempre tuvo claro que como miembro de los Merodeadores estaba protegido contra cualquiera que se atreviera a burlarse de él o de sus cicatrices, pero nunca tuvo en consideración qué pasaría si alguien, ignorando cada marca en su piel, conside...