30 | A 16,914 kilómetros de la luna.

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HARRY

Llamo varias veces a la puerta de su casa, esperando ansioso el volver a verlo. Después de nuestra noche mágica del eclipse hace cuatro días, nuestra comunicación ha sido muy poca. Primero comencé a pensar que habíamos hecho mal y lo había dañado, pero cuando lo volví a ver el martes en la cafetería con sus amigos y nuestros ojos hicieron contacto y una sonrisa apareció en sus labios al instante... supe que todo estaba bien. Que estábamos bien. Y lo confirmé cuando mi corazón comenzó a latir acelerado y sonreí bobamente alzando una mano para saludarlo a la distancia.

No supe cómo tomarme la noticia de que su madre sabía lo que había entre nosotros, la verdad. Sin embargo, tras pensarlo durante dos noches completas, llegué a la conclusión de que un nombre más en la lista de "personas que saben de nuestra relación secreta" no estaba mal. Además, era su mamá, ¿qué podría salir mal?

Ya quisiera yo poder decirles a mis padres quién era verdaderamente su hijo y no seguir viviendo en una mentira donde me relacionan con una chica insoportable. Quizá el momento todavía no ha llegado, quizá solo hace falta esperar un poco más hasta que toda la mierda que estamos viviendo mis padres y yo se apacigüe para poder decírselos sin miedo a que todo se vaya al carajo.

El miércoles lo vi en el entrenamiento de basquetbol y Dios... no sé de dónde saqué tanta fuerza de voluntad para no tocarlo en los vestidores cuando lo vi desnudarse para colocarse el uniforme del equipo. Y en las duchas... Tuve que comenzar a cantar canciones infantiles en mi mente para dejar de mirarle el trasero de infarto que se cargaba y evitar que mi cuerpo reaccionara de una manera lo bastante evidente para que los demás chicos se dieran cuenta de ella.

Y Hunter era muy consciente del efecto que tenía sobre mí porque lo vi reírse bajito con demasiada maldad.

Para nuestra suerte, siempre terminábamos quedándonos solos en los vestidores después de las duchas porque la mayoría de los integrantes del equipo trabajaba por las tardes después del entrenamiento, y no pude desaprovechar la oportunidad para brindarle una tanda de besos en donde se me diera la gana.

Cuando salimos del gimnasio, comenzamos a platicar sobre una posible cita que deberíamos tener para pasar el rato juntos, y Hunter terminó sugiriendo ir a una pequeña feria que se había instalado a las afueras de la ciudad de la cual yo no tenía cuenta de su existencia hasta el momento en que la mencionó.

—Se pone siempre a finales de mayo —dijo, sonriente—. Mis padres solían llevarme ahí sin falta cuando era pequeño y me encantaba subirme a la rueda de la fortuna, aunque he de admitir que ignorar a las parejas que iban besuqueándose y metiéndose mano por todos lados era un poco difícil.

Reí.

—¿Quieres ser una de esas parejas? —Inquirí con la voz ronca mientras caminábamos por la acera en dirección a su casa.

—Qué sucio eres, de verdad que deja traumas ver a dos personas tocarse sus partes íntimas cuando tienes menos de diez años.

—¿Partes íntimas? —Sonreí—. Qué formal me saliste.

—No empieces, payaso —puso los ojos en blanco, sonriendo.

Y, sin pensarlo, sin importarme que estuviéramos en la calle y cualquier persona que fuera con nosotros en el instituto nos viera... Sin importar las consecuencias de eso, tomé su mano. Enlacé mis dedos entre los suyos y sentí una corriente diminuta de energía recorrerme el cuerpo entero cuando la suave piel de su palma tocó la mía, rasposa. Y sentí que el miedo a ser quien soy desaparecía por completo.

No quería llamarlo amor, ni quería decir que estuviera enamorado de Hunter Moore, pero si querer a una persona era sentir que el mundo estaba a tus pies... entonces quería querer a Hunter para toda la vida.

Tan cerca de la luna [UE#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora