4. Trampas y Forajidos

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-Hey!, despierta cara-dura, estas echado en mis tierras y por si no lo notaste (levantan a Don Marino los secuaces), quienes entran deben hablar con el Mastredanio-, exclamo el general forajido de areniar.

-Hey!, esto no tiene sentido, tu no tienes sentido viejo, tal vez debemos trabajar juntos sin dejar de apuntarme esa hacha de fuego en mi cara-, respondió Don Marino mientras se marchaba lento y escrupuloso a pesar de la radiación del Gran triángulo.

-Sígueme o consúmete, no querrás dejar atrás tus "riquezas"-, exclamo el forajido secuas al resguardar y apagar la llama de su arma en menos de un segundo.

Mientras Thrend recorría como rueda de carreras, en el esplendor de su alrededor pronto se tornaría en suspenso, escucho unas voces los cuales les resultaba muy familiar, al parecer al revez todo el lugar se encontraba, el templo de almas inundadas.

-Si aun hay amigos que me ayuden, espero, más calor del frío nocturno-, dijo Thrend con un tono de voz algo timido, pero la brisa del aire delataba mucho de su entusiasmo topoide, la realidad se moldea de manera diferente al rodar entre varios biomas distintos alrededor del espíritu.

En ese momento, un fuerte RUSH!, sacudia y traspasaba de manera armoniosa, helo la sangre de Thrend en instantes pero al ver los rostros en sus pequeños ojos ascendio su cuerpo del caparazón, las almas pastoras hablaron uno por uno sincronizandose:

-Nos asombra tu valentia apesar de la timidez por lo desconocido mi querido amigo-

-Hay varios defectos en ti, pero es lo que mas valoran de ti cuando te ven-

-Esos ojos me dicen que luchas por una damita, vaya sorpreson me has dado eh!- .

-Entonces, ¿no son malignas verdad?, entonces confio en ustedes pero, tengo mil dudas sobre ustedes, amiguis-, Thrend respondió algo nervioso, pero su inocencia es muy curiosa al descubrir lo inesperado.

-Hay una dama a la que debemos guiarte, la llaman La Dama Iluminada, y es la maestra de muchas curanderas-, exclamo el alma pirata al ver su rostro desesperado y confusa de Thrend.

Lo penso dos o mas veces, Thrend sabía del honor de sus ancestros, apesar de ser alguien muy pequeño y timido, uso sus recuerdos para develar su sentido del descubrimiento, de verdad obtubo lo que dio y eso mismo hizo que le contaran sobre el camino de su amada princesa, su damicela estaba segura de si misma que encontraría a su querido amigo erizado en el misterio de Sandahen.

-¡Voy a encontrarte aunque me cueste mis púas!, se que me extrañas dama-, pronuncio Thrend con un espíritu intrépido apesar de su timidez, afrontaría toda maldad por su querida amiga.

-Saben, podemos negociar este pequeño incoveniente, ¿les parece justo que a cambio los guió a un genio mágico que conozco por el sur del viento?-, habló Don Marino tratando de ser elegante apesar de su nerviosismo, le habían quitado su medallón por ello.

-Los sobornos no son bien vistos por nuestros prisioneros para el asadero, solo los débiles quienes fallan, serán comida para mis hermanos, ¿!quedo claro señorito¡?- exclamo El Mastredanio Uluzar El Domador de Bestias, mientras se acercaba caminando a grandes pasos el kiriano (raza alienígena de piel blanca con rayas amarillas).

-¡Dejenos a solas!, voy a hablar con el prisionera cara a cara-, ordeno Uluzar que se fueran a las torres vigías urbanas; le mostro a Don Marino algo que le pertenecía y llevaba mucho tiempo en sus aventuras y desventuras.

El Khitorídian: La Maldición de The-Kall (Lance 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora