33. Juan Carlos

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Me revuelvo en mi cama tras dos horas en su balcón y tres de mal sueño. Estuve esperando en su puerta con la esperanza de que saliera en cualquier momento y me dijera que pasara la noche con ella. Desgraciadamente, eso no pasó y me fui a dormir a mi habitación, extenuado. Y me lo merezco, joder, por haber dicho lo que no debía.

Ahora mismo debe odiarme, ignoró todas mis llamadas y mensajes y la comprendo. Pero el hecho de haber visto cómo ella dejaba pasar todas sus insinuaciones me molestó demasiado. No puedo evitar pensar que si hubiéramos hecho las cosas bien desde el principio, nada de esto estuviera pasando. Yo dormiría con ella todas las noches sin necesidad de escondernos de nuestros propios amigos, yo no estaría aquí inventándome mentiras cada vez que mis amigos me preguntan dónde dormí, yo no tendría que verla desde la distancia fingiendo que somos amigos y que no me muero por caerle a besos.

Y ella... ella sería feliz porque yo la haría feliz cada día y la llevaría a conocer a mi familia y pasaríamos las vacaciones viajando de punta a punta de la isla, durmiendo en la misma cama y haciendo el amor cada vez que nos apeteciera. Hay tanto que quiero hacer con ella que no puedo evitar querer que llegue y pase el mal trago para finalmente estar juntos.

Lo que me corrompe la cabeza es el no saber sus pensamientos por Alba. ¿Qué ocurrió, hasta dónde llegó su relación, él le sigue atrayendo? Sinceramente espero que luego de los orgasmos que le he dado se le haya borrado hasta el más mínimo recuerdo de Alba, de su ex y de todos los hombres que ha conocido. Nada me gustaría más que solo tuviera ojos para mí, como yo solo los tengo para ella. Después de haber estado entre sus piernas, con su cuerpo presionado bajo el mío y sus jadeos en mi boca, no puedo querer acostarme con otra mujer. Es Ella.

Me levanto y como unas tostadas sobre la mesa. Juani y Jesús me miran.

— Tienes mala pinta —me dice Alba —me extraña, pensé que ibas a llegar rebosante de energía como todos los días anteriores... Quién sea que te estés follando lo hace muy bien.

Mi mandíbula se tensa. Si él supiera.

— Pero hoy, amigo, te ves mal.

No contesto nada, aunque me muero por hacerlo y por preguntarle qué se trae con Mariana.

— Tú tampoco te ves muy bien —le dice Juani.

Alba se da la vuelta mientras se viste y le dice:

— Pues no. Hace días que no follo... Y para un día que pensaba hacerlo, va este tonto y me corta el rollo —dice apuntándome y me levanto intentando no aparentar el volcán que amenaza por estallar en mi interior.

— ¿A Mariana? ¿Pensabas follarte a Mariana?

— Pues sí. Siempre es bueno recordar viejos tiempos —dice como si nada y aprieto mis puños a mis costados.

— Pero no se supone que tú tienes novia... —le digo intentando calmarme, no sé cuál es su necesidad de follarse a cuánta chica se le pone delante. Honestamente no sé qué vio Mariana en él, aparte de su físico.

— Lily lleva una semana de prácticas... —dice peinándose el cabello, como si eso lo explicara todo. Estoy a punto de golpearle la cara y decirle que no se meta con mi chica.

— ¿Qué te hace pensar que Mariana se va a querer acostar contigo? —interviene Juani —Estoy seguro de que ya ella te superó y que no quiere nada contigo.

— ¿Ah, sí? ¿Y qué te lo asegura? Apuesto a que si Juanca no hubiera aparecido ayer yo hubiera terminado en su cama, amiguito.

No lo aguanto más. Pero de pronto, Juani pone una mano delante de mí bloqueándome el paso. Me mira y me pide que me tranquilice con la mirada, mientras Alba rebusca algo en su taquilla.

¿Por qué todo tiene que ser tan difícil?: cuando dos amigos se enamoranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora