20. Juan Carlos

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Me despierto a las cuatro de la tarde luego de largo sueño. Me levanto adormilado y como algo porque las tripas me suenan. Lily ha hecho de desayuno tostadas para todos los chicos del cuarto y nos las ha dejado encima de la mesilla antes de irse a sus clases. Me las como y hago una mueca:

— Están socatas.

— Claro, si llevan ahí todo el día. Era el desayuno, no la cena. —me dice Juani, riéndose tras su laptop. El freaky está sentado junto a él, también tras su laptop.

— ¿Qué es esto? ¿El club de computación o fans del Dota?

— Estamos jugando Dota por red —me responde el freaky, para mi sorpresa.

— Te arrastraron, asere —le digo a Juani, negando con la cabeza, mientras él se ríe, sin mirarme.

— Anoche la cogiste buena —me dice luego de un rato —llegaste como a las 6, yo te sentí. ¿Dormiste con una jevita?

Me rasco la cabeza sin saber qué decir. Si digo que sí me preguntará quién es (él se atreve a preguntar porque es mi mejor amigo y suelo contarle todo, esto no puedo contárselo, obviamente) y si digo que no me preguntará por qué llegué tan tarde entonces.

— Estaba tomando en el parque de los vikingos —decido responderle. Hace un gesto con la cabeza y ni me mira. Ha funcionado.

Me aseo y cambio de ropa, mientras me debato sobre lo sucedido ayer. Una parte de mi sensatez le dice que ha sido todo un sueño, pero no me convence... Todavía siento sus labios en los míos. Ha sido lo más real que he vivido en mucho tiempo. Ha sido tan mágico que no quería que el momento se acabara nunca. Al principio la noté un poco tensa, pero fue cediendo poco a poco. Supongo que le habrá resultado extraño estar ahí besándose con su amigo. ¡Diablos! ¡Seguro le resultó extraño su amigo el raruno despertándola en medio de la madrugada! Pero nada de eso me importa porque valió la pena todo: la vergüenza de expresar mis sentimientos sin saber si me correspondería o dejaría de ser mi amiga, el cansancio de la mala noche, otro día de ausencias a clase... Todo.

Pero entonces caigo en la cuenta de sus últimas palabras: esto no puede volver a ocurrir. Y se me cae el alma a los pies.

*****

Salgo al parque y está allí con el resto del grupo. La miro y estoy seguro de que mis ojos sueltan chispas al verla. Ella me devuelve una mirada corta, pero profunda, me saluda con un beso en la cara, como siempre y me dice:

— Estamos jugando al 'yo nunca', con shots.

Me entrega un vaso con alguna bebida alcohólica. Me río, sabiendo que mi estómago todavía no rebasa la semiresaca de anoche. Pero lo acepto y me siento, contento de que no esté rara tras lo sucedido. Ella me aseguró que así sería.

Tomo mi teléfono y le escribo un mensaje de texto: ¨eres increíble¨.

Ella lo lee y sin mirarme, sonríe. Esto podría ser el inicio de algo increíble. 


¿Por qué todo tiene que ser tan difícil?: cuando dos amigos se enamoranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora