2. Mariana

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Esta noche ha sido un desastre.

Esta noche he tenido que beberme más de diez cervezas para pasármelo regular. Ahí, con ellos dos justo delante de mis narices, no me podía concentrar. A veces pienso que el idiota de mi ex lo hace a propósito para molestarme, porque la besa a ella mientras me mira a mí. Me molesta, intento no mirar, intento bailar y bailar hasta más no poder... pero él siempre busca la manera de arruinarme la noche, quizás mandándome un recado de que me quiere ver, o quizás con actitudes como esta... pero me arruina la noche cada vez que aparece.

Yiya y Daniela hacen todo lo posible porque me lo pase bien, la verdad es que soy una chica muy divertida, normalmente el alma en nuestras fiestas, sobre todo porque me encanta bailar y lo hago muy bien, pero además, porque me suelen invitar a casi todo, por lo que mis amigas y yo casi nunca pagamos nada. Podrás pensar mal de nosotras, pero la verdad es que a caballo regalado... Nadie les pidió nada, pero si se nos acercan con copas, no las vamos a rechazar. Ellas salen ganando cada vez que salgo porque, a decir verdad, tengo muchos más conocidos que adoran hacerme favores. Casi nunca hacemos colas para entrar y siempre la pasamos muy bien. Era el tipo de cosas que no tenían cuando estaba con mi ex... Ahora que ya no estamos juntos, están encantadas de la vida. Por eso, y porque él no valía la pena, lo sé. ¡Lo sé! pero no puedo evitar pensar que con nadie me he sentido como me sentía con él, por muy idiota que fuera. No puedo evitar pensar que ya con nadie voy a tener esa conexión, lo sé. Porque lo nuestro era demasiado, y aunque fuera un idiota dejó el listón muy alto para los que vengan después.

Un chico me saca a bailar bachata y hace lo mejor que puede, el pobre, intentando bajar sus manos por mi cuerpo mientras yo se las quitaba. Luego de un rato me harto y le digo que tengo que ir al baño. El chico se va y cuando vuelve a mirar yo sigo en el mismo sitio. Se ha dado cuenta, pero ni siquiera me da lástima. No me da lástima porque ha tocado más de lo que debía sin conocerme y porque mi ruptura me ha dejado muy reacia con los hombres. No les aguanto. Los tengo calados. Los conozco. Me he armado de una astucia y perspicacia en lo que a ellos respecta, que es que no me creo una palabra que sale de sus bocas. Ya nadie me engaña, ya no aguanto a nadie, ya solo quiero pasármelo bien... si es que aparece alguien con quien pasárselo bien, alguien que esté por encima del listón.

Me distraigo pensando es estas estupideces mientras alguien me agita del hombro.

— Mariiii —es Yiya— que te vas a acabar la botella tú sola.

Sin darme cuenta me estaba empinando la botella de Havana Club Especial yo sola, mientras mantenía contacto visual con él (él detrás de ella). Soy patética.

— Tranquila, que ahorita nos regalan otra —bromeo.

— No te pases que no te vamos a cargar —me dice Daniela y la miro con cara de pocos amigos.

— ¿Cuándo me han tenido que cargar ustedes a mí? —les digo y ninguna responde. Es obvio que yo he cargado miles de veces con sus borracheras y ellas nunca conmigo.

— Yo sé beber.

— Yo sé Mariana –me dice Yiya –pero estamos preocupadas por ti. Sabemos que estás pasando por un mal momento y que tú siempre has estado para nosotras. Ahora es tu momento y nosotras estamos contigo... pero quizás debas abrirte a conocer a otras personas...

Otros chicos, es lo que quiere decir...

— No gracias, no quiero chicos en un buen rato —le respondo mientras le arrebato un cigarro suave de las manos.

Bailamos toda la noche hasta que estamos exhaustas. Regresamos en el bus de las 3am súper cansadas, nosotras tres y algunas amigas de Yiya que no conozco y con las que no quiero salir más. Nuestra piña está bien como está: nosotras tres la pasamos genial, más chicas es solo multitud, y además parecemos de primer año andando todas juntas como su fuéramos niñas. No lo somos, ya estamos en segundo año.

Casi todas llevan sus tacones en las manos y yo todavía los traigo en los pies. Antes muerta que sencilla, se me caerán los pies, pero nunca me quito los tacones antes de llegar al quinto piso.

En el camino a la residencia unos chicos nos gritan cosas... deben estar borrachos.

— ¡Ese es el que me gusta! —nos dice Yiya en un susurro —vamos para allá con ellos.

— ¿Quién? ¿El negrito? —le pregunta Daniela al ver al chico flacucho y mulatico que nos ha señalado.

— No es negrito, es mulatico.

— Mañana lo ves de nuevo, Yiya —le respondo— Estoy cansada. ¿Tú no estás cansada? Ya son casi las 4.

— Siii, ¿pero cuándo lo volveré a ver así con sus amigos? Además, ahora que bebí tengo el valor para ir.

— Pues ve. Yo me voy a dormir —sentencio, mientras me doy la vuelta y empiezo a subir escaleras. Las otras chicas han seguido su camino también y Daniela ha ido con Yiya en dirección a esos chicos.

Llego y me acuesto a dormir sin desmaquillarme. Estoy muerta y mañana tengo clases a las 8:30. Menos de cuatro horas antes de tener que estar despierta de nuevo. Y ellas han seguido de fiesta. En otros momentos yo también lo hubiera hecho, pero la verdad es que cinco horas en la disco ya son suficientes para mí... no tantas malas noches, no tantas locuras. Empiezo a escucharme vieja con veintiún años. Me río por lo bajo en la habitación y un rato después me he quedado dormida. 

¿Por qué todo tiene que ser tan difícil?: cuando dos amigos se enamoranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora