32. Mariana

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— ¿Cómo pudiste? ¿Cómo pudieron? —me dice Yiya en el balcón en tanto me mira con asco.

— ¡Oh, oh! —se nos une Daniela.

— ¿Tú ya lo sabías? —le pregunta Yiya.

— ¿Tú ya lo sabías? —le pregunto yo, con los ojos como platos, sin saber cómo llegaron a enterarse de esto.

Esto no puede hacer estar pasando. He sido tan cuidadosa.

— El dibujo en tu taquilla —me dice leyendo mis pensamientos y lo entiendo todo. Pero Daniela... Daniela ya lo sabía. ¿Cuándo me descuidé tanto como para que se diera cuenta? ¿Y si alguien más lo sabe?

No creo que Alba lo sepa de momento porque si no, no me hubiera tratado como me ha tratado hoy, lanzándome miradas y comentarios coquetos. Pensé que ya lo había superado, pero es un maldito antojado cuando de tener la mujer que quiere se trata. No debí haber estado con él, no debí haber estado con él, me machaco una y otra vez a mí misma. Nada de esto estuviera pasando si no hubiera cometido ese simple error. Juanca y yo estuviéramos juntos y todo fuera felicidad.

— ¿Desde cuándo lo sabes? —le pregunto a Daniela con un hilo de voz.

— Siempre supe que te gustaba. Es obvio por como lo miras, y por cómo te mira él... Pero terminé confirmándolo el día que regresamos del campismo, cuando llegaste toda roja después de haber follado con él.

— ¿Follaste con él? —me recrimina Yiya —¡Pensé que solo estaban enamorando!

— ¡Oh, no! Llevan meses follando —dice Daniela sin darme tiempo a responder.

— Chicas, chicas. Bajen la voz, por favor.

Hacen silencio e intento organizar mis ideas para explicarme.

— ¿Y qué tal? —me pregunta de la nada Yiya —Queremos detalles... Si lo has escondido tanto tiempo debe ser muy bueno.

Ambas me miran con ojos curiosos y se frotan las manos.

— Detalles, detalles. ¿La tiene grande, eh?

— ¡Danielaaaa!

—Lo sabía. Igual que el hermano.

Todas nos echamos a reír en una carcajada interminable. La tensión se va perdiendo hasta que quedamos nuevamente en silencio.

— Chicas... me gusta mucho... —finalmente admito.

— Lo sé —dice Yiya y la miro confundida —¿Qué? ¿Por qué crees que me quedé callada cuando me enteré? Aunque debo admitir que me sorprendió y molestó, sé que nunca hubieras hecho algo así con dos amigos si no te gustara de verdad.

Asiento, la gratitud instalada en mi cara. No sé cómo hubiera podido lidiar con que todos supieran la verdad esta noche, con que él la supiera.

— Aun así —dice Yiya y sé que la tormenta se avecina —tienen que decírselo. Seguramente lo comprenderá. Pero conozco a Jesu y sé que va a ser peor si se entera por sí mismo. Te lo digo como un consejo, para que no perdamos la buena amistad que todos tenemos. Díganselo, aunque al principio sea difícil él terminará entendiendo.

Lleva toda la razón.

— Juanca va a hablar con él antes de que se acabe el curso. Así tendrá tiempo para asimilarlo antes del curso que viene.

Esto las calma momentáneamente, pero medio minuto después me sueltan:

— Detalles, detalles.

Me río, consciente de que con él me he sentido como con nadie.

— Espectacular —les digo con una sonrisa y ellas dan pequeños saltitos. Algo llama su atención en el pasillo, es él, más lindo que nunca, caminando lentamente hacia nosotras. Parece preocupado.

— Tranqui, Juanca —habla Yiya —nosotras fingiremos no saber nada. No nos involucren en esto. Si Alba se entera de que lo sabemos y no dijimos ni hicimos nada, nunca nos perdonará.

Él asiente.

— Tienen que hablar con él.

Ambos asentimos. Y él me abraza por la espalda.

— Se ven lindos juntos —nos dice Daniela y sonreímos —Mariana con dos y yo con ninguno de mis amigos. Me podías haber dejado a Alba, que está bien bueno.

Nos reímos. Nos han quitado un enorme peso de encima. Las chicas entran a la habitación y Juanca me besa a la luz de la luna llena.

Se siente tan bien como se lo han tomado las chicas que me hace querer gritarle al mundo entero lo nuestro. Pero sé que en el fondo es porque son mis amigas y me aceptan con mis virtudes y defectos. El resto de personas no se lo tomarán de la misma forma.

— ¿Por qué regresaste? —le pregunto.

— No quería dejarte sola en este momento, al final todo es culpa mía. Aunque tengo que aceptar que no solo he venido por eso —me dice mientras sus dedos me provocan escalofríos en mi columna vertebral.

— ¿Es culpa tuya que hayamos empezado esto? —le digo alzando las cejas —Me parece que es algo que ambos quisimos.

— ¡Oh, yo sé que tú querías! Pero nunca hubieras hecho nada.

— ¿Lo sabías? —le digo incrédula.

— Claro que sí. ¿Te piensas que no me daba cuenta de cómo me mirabas?

Roza su nariz con la mía y mi respiración se agita.

— ¿Cómo te miraba? —le pregunto con un hilo de voz.

— Me mirabas con cara de 'qué bueno está mi amigo, cuánto quisiera tirármelo'.

Me aprieta el trasero y me acerca aún más a su cuerpo, haciendo que una ola de electricidad baje hasta mi centro.

— Mentiroso. No sabías nada —le digo golpeando su hombro, casi sin fuerzas.

— Lo que sucede es que luego me despistaste, enrollándote con mi amigo —dice en mi boca y me tenso —Al parecer no fue muy buena experiencia porque te cansaste rápido de él y viniste conmigo. Si no hubieras estado con él no tendríamos que escondernos ahora.

Sus palabras me molestan, aunque sé que en parte lleva razón. Sin embargo, nada de esto fue planeado y ya no lo puedo cambiar.

— Dime —se separa un poco de mí y me mira a los ojos —¿Te valió la pena estar con él? Estabas muy risueña hoy con él. ¿Quieres jugar con los dos?

No ha terminado de hablar cuando la bofetada que le doy resuena en todo el edificio. Se toca la cara y me mira boquiabierto.

No le doy tiempo a reaccionar ni a hablar porque entro rápidamente a la habitación cerrando la puerta detrás de mí. Y de esta forma se acaba la prometedora noche de sexo que imaginaba. ¿Cómo se atreve a hablarme así cuando es él precisamente quien debería entenderme mejor que nadie? Él se cree santo cuando sabe que está traicionando a su amigo.

El móvil vibra en mis manos. Es él llamando, así que lo apago para no tener que lidiar con él toda la noche. Rezo porque se haya ido y me hundo en mi colchón entre lágrimas. Para mi sorpresa, no tardo ni dos minutos en caer rendida.


¿Por qué todo tiene que ser tan difícil?: cuando dos amigos se enamoranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora