24. Mariana

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En la noche vamos a la pista de baile todos juntos. Hay un frío de muerte, pero dentro de la multitud pronto entramos en calor. La música nos hace bailar y el alcohol nos hace pensar en locuras. Él está hoy más lindo que nunca, con un grueso abrigo negro y unos jeans ajustados. Se pone un cigarro en los labios y no puedo evitar notar lo sexy que se ve. Este chico me está queriendo hacer cosas malas, cosas que van en contra de mis principios. Meterse entre dos amigos no está bien... pero no puedo remediarlo. No sé si es la chispa de lo prohibido o el hecho de que es mi amigo, mi mejor amigo el que ahora me excita como nadie antes.

Entonces alguien bloquea mi vista. Es Alba, que se para frente a mí y me dice:

— ¿Quieres bailar?

— No, gracias.

— Discúlpame, no debí haber hecho eso. Es que como ya ni hablamos no sé que hacer para llamar tu atención.

Lo miro enojada.

— No hagas nada entonces, mucho menos lanzarme a un río frío. ¿Te das cuenta de que podía haberme dado una puta hipotermia?

— Es verdad, discúlpame. Quería que firmáramos la pipa de la paz. Yo tengo novia y creo que podemos llevarnos bien.

Me mira con cara de carnero degollado y acepto, resignada. Tampoco quiero que nos llevemos mal. Nos reímos un rato mientras bailamos casino. Él baila genial, pero yo también, así que la gente nos hace espacio. Cuando se acaba la canción me dice gracias y me da un beso en el rostro. Entonces se acerca Juan Carlos y me dice, como si fuera un caballero de otra época:

— Y esta... ¿conmigo?

Se refiere a la siguiente canción, que está muy de moda y dice así:

"Quiero ser el brillo en tus ojos

Quiero ser la paz que te inunda

Hoy voy a colmarte de antojos

Hoy te voy a amar con locura"

Él lo baila mirándome a los ojos seriamente, pero veo la lujuria detrás. Pongo mi mano en su hombro y él la suya en mi cintura. No sé cuál de los dos chicos baila mejor, pero definitivamente me siento mejor aquí, entre estos brazos. Él me da vueltas y vueltas y me guía como si yo fuera en centro de la pista de baile. Luego me doy cuenta de que lo somos. Lo disfrutamos realmente, sonreímos, mientras nos cantamos, aparentando inocencia delante de los demás:

"Dame tu amor esta noche

Que yo me quedo contigo

Seré tu amante y tu dios

Seré tu pan y tu vino

Y si tú quieres, yo soy

El que te da su bandera

El que te cura el dolor

El que te da lo que quieras"

La canción se acaba y nos apartamos, sin quererlo. Nos tiramos miles de fotos todos juntos y nos sudamos de tanto baile. Hoy no podemos alejarnos a besarnos como ayer, y quizás sea lo mejor...

A las tres de la mañana nos retiramos a la cabaña, es la primera vez que voy a dormir aquí y no sé cuál será mi sitio. Solo hay una cama doble y una litera personal. Somos siete.

— ¿Cómo nos organizamos? —pregunta Daniela.

— Ustedes pónganse donde quieran, que nosotros dormimos en el piso —le dice Alba.

Yiya y Alba están en la cama, Daniela se acomoda encima en la litera y yo me coloco en la parte de abajo. Faltan Juan Carlos, Juani y Luciano, así que supongo que tocaremos a dos por cama personal. En cambio, Luciano dice:

— Juani, duerme en la cama con ellos dos y tú y yo en el piso.

Juan Carlos me mira y su cara lo dice todo. Se moría por dormir conmigo, pero no ha podido ser. Ellos tiran una sábana en el suelo y se acuestan encima. El pobre.

Su rostro triste es lo último que miro antes de que apaguen las luces. Me suena el móvil y es un mensaje suyo: '¿Por qué todo tiene que ser tan difícil?' 

¿Por qué todo tiene que ser tan difícil?: cuando dos amigos se enamoranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora