Capítulo uno

79 9 3
                                    

Percrassfil no es un sitio para turistas, tampoco los alienígenas lo verían como un buen lugar para acampar... Supongo

Leonardo Foster

Nada, ni nadie me ha llevado a mi límite.

Eso me lo repito cada mañana de mi existencia. Desde luego, siempre me he mantenido al margen de mis emociones.

La seriedad es la única que me mantiene en equilibrio.

No hay que sentir. No es seguro sentir.

Estoy completamente seguro que no existe algo remotamente fuerte en este vasto universo que pueda poner de cabeza lo que con esfuerzo he creado.

Sonaré muy exagerado, pero mi visión está fija en aquel examen de la universidad.

Todos los que van a graduarse hablan de su último estrés del colegio. Es tan agotador: exámenes demasiado complicados y deberes por montones como si se les hubiera olvidado mandar durante el resto del año. Cada estudiante se agobia, menos yo, porque en medio de todo el caos trato de no sofocarme con ideas absurdas de autosaboteo.

Faltan tres meses para mi graduación, y en dos semanas me darán el tema de mi proyecto final. Parece tan fácil ¿verdad? Nadie podría irrumpir mis planes para entrar a medicina en la universidad. No tengo el apoyo de mi madre, pero si cuento con la presencia de mi mejor amigo en cualquier decisión que tome.

Como todos los días, Ian va a mi lado. Resulta que el popular del colegio es como mi hermano. Un chico de ojos marrones muy claros, semejante a la miel, su piel es de una tez mixta, su cabello castaño oscuro contrasta bien. No es tan musculoso, sin embargo posee un cuerpo que para muchos llega a ser envidiable. Solamente, yo soy un poco más alto que él.

Se podría decir que somos una dualidad que se compacta bien.

Mi familia ha sido muy unida a la suya, aunque eso se había quebrado de cierta forma cuando mi padre falleció. Aunque, mi hermandad que tengo con ese chico castaño quedó como firma de lo que en algún momento nuestras familias fueron.

Al llegar a nuestro pasillo del tercer piso, Sandra, la chica que vive enamorada de mí, aparece por el lado contrario. No soy engreído, pero podía tirarme una flatulencia delante de ella y jamás lo vería mal. Eso siento que es un poco enfermizo. No soy ni su amigo. Me limito a tener interacciones con ella por la incomodidad que me genera sus coqueteos. Recuerdo haberle dicho que ni siquiera me interesa como amiga. Fue muy cruel de mi parte, lo sé. Al día siguiente, apenas llegó, me dejó una carta plantándole un gran beso con labial rojo, su mirada fija en mí y se marchó. Por esa razón ya no me importa decirle las cosas de manera grosera.

Veo que se acerca moviendo su cadera de lado a lado, sacando algunos silbidos de parte de mis compañeros. Ella lo disfruta tanto.

La ignoro por completo intentando centrarme en mi espléndida entrada al curso junto a Ian. Muchas veces he pensado que en el momento que me aproveche de lo guapo que soy, seríamos un dúo dinámico. Solo que eso no va a pasar. Él siempre camina un paso delante de mí porque me desagrada la atención. No me gusta que me miren. Es tan contradictorio, porque para eso no me juntaba con Ian. Sería lo adecuado. Las chicas se fijan en Ian y unas cuantas en mí, pero todas saben que es una pérdida de tiempo intentar ligarme, excepto Sandra.

-Bebé ¿puedes ayudarme con un deber? -Empieza a caminar a mi lado, con la leve separación que pongo al fingir que me inclino al costado contrario, para acomodar la basta de mi pantalón. Tampoco presto total atención en el apodo y la confianza que tiene conmigo. Reitero, amigos no somos, ni personas cercanas. Nada. El problema es Sandra, se llena la boca diciendo que algún día seremos algo. Tampoco es que yo busque pareja. Pueda que mi destino sea estar solo y no tengo problema con ello. Me gusta compartir mi rutina con mi hermana y mi mejor amigo.

Reino sobre cenizas; Frenesí (Saga #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora