Capítulo catorce

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Las evidencias apuntan a un niña herida que sigue luchando contra sus ideales, contra su pasado y contra ella misma

Leonardo Foster

Entro a la habitación sin Emma que se va por Heather. La iluminación es escasa, porque solo hay un candelabro de luces anaranjadas. Lara me señala mi asiento, que está alejado y en la punta contraria de la habitación. La mesa es de un material similar al acero y tiene mucha comida; frutas extrañas, verduras diferentes y alguna que otra comida humana como hamburguesas, donas y lasaña (eso a mi lado).

Marie y Sara se sientan en las sillas de la derecha y el resto a la izquierda.

Repentinamente, la puerta se abre dejando ver primero a Emma, ahora seria, incluso puedo decir que está enojada, y a Heather. Me pongo de pie con movimientos torpes y mi mirada fija en la castaña. Me detengo al dar un paso. Se ve cansada y mareada, como si algo le incomodara.

—Hea...¿Heather? —De nuevo doy un paso, pero me detengo por la mirada amenazante de Emma ¿en qué momento se transformó en Marie?

—Estoy bien —dice Heather tomando asiento en la silla opuesta. Su vestido ya no brilla como siempre y su cabello está desordenado.

—No...no lo...—Emma se coloca delante de mí en un segundo, interrumpiendo mi oración apenas formulada.

—Cállate —me ordena susurrando.

La miro desconcertado, rogando en silencio que me permita llegar hasta ella. No entiendo y odio que nadie pueda decirme las cosas completas. Tal vez no sé construir preguntas coherentes o las explicaciones son más complejas para alguien como yo.

Por unos segundos mi atención va hacia Heather. Parece adolorida. Regreso a ver a Emma, que me pide con una señal que me siente. Estoy a punto de obedecer, aunque a regañadientes. Sin embargo, no puedo quedarme quieto un segundo más. La empujo, rodeo la mesa corriendo y cuando estoy a punto de tomar su mano, Emma se pone delante.

—¡¿Qué cosa te pedí y no puedes acatar?! —brama enojada. Me intimida porque empieza a caminar y yo retrocedo a cada paso que da. Es pequeña, no tanto, pero ese comportamiento alterado de la rubia. contrasta con su sentido del humor que he conocido estos días.

Estoy empezando a creer que no idealice a Heather, sino más bien las relaciones que he ido construyendo a partir de ese encuentro. La castaña es igual, porque siempre he sido consciente de lo que oculta, aunque no sabría explicar con exactitud. No obstante, el resto usan máscaras para sobrevivir.

—Emma ¿quieres que me quede quieto cuando Heather está así? —La discusión es inevitable por el escenario desconocido que me encuentro.

—Si, quiero eso —responde con tono firme.

No lo puedo creer. Me indigno al sentir que trata de empujarme, pero me niego en moverme.

—Emma... —interrumpe con Heather—, déjalo acercarse, por favor... —su tono de ruego no pasa desapercibido.

Emma duda unos segundos. Finalmente, me permite acercarme al quitarse de en medio. En unos cuantos pasos estoy a su lado y me arrodillo.

—¿Estás bien? ¿Por qué estás así? Tu ropa parece muy sucia ¿qué pasó?

Heather se mueve lentamente hasta mirarme.

—Estoy bien —repite como si fuera un monólogo memorizado.

—No digas mentiras.

—Si quieres que esté mejor...—asiento—, siéntate y comamos. Todo estará bien.

Reino sobre cenizas; Frenesí (Saga #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora