Capítulo nueve

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Una semana nunca se sintió tan pesada, más cuando un humano se siente atraído por alguien que no puede contactar con un simple mensaje

Leonardo Foster

Cuando no has sentido la necesidad de hablar, nunca una presencia es tan fuerte para ser suficiente en tu silencio. Hemos creído que sólo las palabras son necesarias, pero con ella no. Nunca hubo la necesidad de hablar cuando la tenía como un sueño, una sombra o un espejismo en el umbral de mi ventana. Aún sin conocerla, ya completaba mi vacío. Y eso es poder. Una conexión que ni las voces de mi mente lograron vencer.

¿Por qué una semana se escucha eterna? Una semana sin su presencia. Una semana sin ella. ¿Quién diablos le dio el derecho de meterse en mi vida de esa manera?

Al sentir la soledad de mi habitación, cuando el reloj marcaba casi las cinco de la mañana y no sentía sueño, la frustración y los deseos de gritar se apoderaron de cada fibra de mi cuerpo. Sin embargo, me quedé callado sin saber cómo soltar todas esas emociones.

Tal vez si necesitaba de urgencia alejarme de eso, para procesar todo. Puede ser que en una semana esté conmigo de nuevo.

¿Quién diablos se cree Heather para haberse adherido con tanta fuerza a mi? Sé que fueron dos días. Solo que ella me mostró otro mundo, algo diferente. Además, fue progresivo. No sofocó mi espacio personal durante un año. Luego, solo tuvo que estar ahí para mí. Por primera vez yo no cuidaba de alguien, sino ella de mi. Y sí, pudo haberlo hecho mal dos veces, pero yo también me equivoco cuidando a Letha.

Me senté en mi silla con vista a mi escritorio. Encendí la lámpara. Tome un libro, otro y otro, hasta encontrar mi diario. Lo abrí en busca del dibujo, estaba por la mitad.

¿Cómo pudieron borrarme la memoria y devolvermela usando un estúpido polvo? Eso no es posible en mi planeta, pero en el de Heather sí.

Miré mi reflejo. Mi nariz nunca ha sido perfecta. Mis labios no son gruesos. Mi piel es un poco reseca. Tengo algunas arrugas bajo los ojos por mis ojeras, que a veces se esconden y otras se intensifican. Mientras que, el dibujo de Heather no le hacía justicia a su belleza: sus mejillas son más gorditas y sonrojadas y tenía dos lunares muy pequeños; sus labios eran más rosados que rojos; su cabello es más largo y su manera tan característica de peinarse; su nariz no era puntiaguda, pero es hermosa; sus orejas son pequeñas y tiene un lunar detrás de la derecha: sus cejas están definidas de una manera extraña, de ninguna manera fea, pero no son rectas, y curvas...

De repente caigo en cuenta de que estoy con un retrato más y los rayos del sol están asomándose por mi ventana. Mierda.

¿Por qué no puedo dejar de pensar en ella?

Me tiré a la cama frustrado.

Siete días sin ella, eso me repondrá.

Haré todo lo que esté a mi alcance para no pensar ni un minuto en Heather.

***

Querido y no existente diario; esperar siete días no iba a ser tan difícil, eso pensé cuando se lo dije. Todo pasó muy rápido. Dos días y medio de locura extrema, y relativamente ya no podía más.

La fuerza de voluntad duró poco, hasta que recordé las palabras de Emma y que por la pelea que presencie de Heather contra esas dos, no pregunté: Creo que si la secuestraron.

Antes de cometer suicidio, fui a la casa de Ian como siempre, lo recogí y fuimos al colegio. Era viernes. Tanto como Ian, amaba este día porque eso significaba descanso, también es relativo porque yo trabajo los fines de semana. Para Ian es especial por sus conquistas. Todo eso no importó, por el hecho de que Sandra había desaparecido, el mismo día que yo lo hice. Ian intentó no verse preocupado al estar conmigo, pero muchos alumnos se acercaron a preguntarle cosas mientras me veían de reojo. Nadie fue capaz de preguntarme directamente. Y es algo que se agradece, pero me asusta que me relacionen con su desaparición.

Reino sobre cenizas; Frenesí (Saga #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora