Capítulo diecisiete

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Conversaciones íntimas entre dos cuerpos que poco a poco empiezan a sentir algo más fuerte que una simple conexión

Leonardo Foster

Aunque ya estaba acostumbrado a dar varias vueltas al castillo de Lara, no puedo evitar acabar la rutina hiperventilando y tirado en el suelo. Mis pulmones buscan aire desesperadamente, además desecho con fuerza el azufre que inhalo. Cierro los ojos. El sudor me resulta asqueroso y del que no puedo escapar desde que empecé a entrenar. Por suerte, las brisas frescas son comunes en Bluery, pero al estar cerca de la lava que cae en forma de cascada desde el último piso del castillo, primero sobre la meseta y vuelve a caer hasta abajo formando un río, el calor aumenta a un nivel exagerado.

—¿Estás bien? —pregunta Heather.

Por el volumen de su voz detecto su cercanía.

—Si. —Sale mi voz en un gemido exhausto—. Est-toy bien.

—Debemos regresar a mi castillo, porque tendrás que enfrentarte con Aileen. —Me asusta un poco el hecho de pelear contra ellas. Se sobreentiende lo fuertes que son y por eso la terrible reputación—. Claro, sin poderes —rectifica provocando una leve sensación de alivio.

—¿Entonces? —cuestiono ya bajando completamente los brazos.

—Con astas. Aileen fue la última en desarrollar sus poderes, por lo que deducimos que era la última reina que nació y pues para recompensar, entrenó con armas de largo y corto alcance.

—A ver... —comienzo a procesar la información dicha hace unos segundos—, ¿Aileen es la última porque fue la última en desarrollar sus poderes?

—Es algo complicado todavía de explicar, pero digamos que no encontramos una manera más acorde para decir en qué orden nacieron mis hermanas.

—¿Y cómo sabes tú que eres la primera?

Si no saben en qué orden nacieron, no tiene sentido que Heather afirme con tal firmeza ser la primogénita o ¿qué historia hay por detrás? La castaña no responde, por lo que abro los ojos y veo cómo se está marchando.

—¿He-Heather? ¿A dónde vas? —pregunto con tono de confusión.

—Te dije que nos vamos a mi castillo —dice con una simpleza como si sus anteriores palabras no hubieran significado un hueco en la historia que había tenido formada.

Hago lo posible por levantarme, pese a que mis piernas duelen por semejante esfuerzo y todavía no he recuperado por completo el aliento, voy detrás. Claro, no ignoro el hecho de que Heather no respondió mi pregunta. Las miles de dudas no tardan en aparecer en mi cabeza, sin embargo, tenerla lejos produce una breve capa de invisibilidad sobre las mismas.

—Heather no podemos ir caminando y necesito atención médica de inmediato.

La nombrada se da la vuelta y me sostiene justo a tiempo antes de caer al suelo, porque ya no tengo la suficiente energía para sostenerme con mis piernas.

***

Es inevitable no asustarme cuando Aileen me arroja con mucha confianza una asta de casi dos metros de largo. La agarro en el aire y con movimientos muy torpes. Sigo con mi mirada a la rubia. Viste un conjunto deportivo blanco, lo que contraste con mi calentador y camiseta sin mangas de color negro.

Hace algunos minutos, Emma revisó mi pulsación y me dió un brebaje que funciona similar a las bebidas energizantes. Además, me proporcionó unas pastillas que servirían para contrarrestar mi anemia. Me explicó que no debo tomar desde ese momento las que estoy consumiendo en la Tierra, pues las que ella me está dando va a proporcionar el hierro que necesito y poco a poco curará la anomalía de mi cuerpo. Sería un tratamiento de quince días terrícolas y tengo que tomarla a las siete de la mañana y a las siete de la noche, sin comer nada dos horas antes.

Reino sobre cenizas; Frenesí (Saga #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora