Capítulo dieciocho

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Seamos realistas; yo soy solamente una obligación que tienen ellas que cumplir, especialmente Heather

Leonardo Foster

Supongo que no todo tiene que ser bueno, por eso tampoco me sorprende que una cobija de dolor busque acurrucarme a las ocho de la mañana. Letha no ha bajado todavía, algo tan fuera de ella, ya que en una hora y media entra a clases.

Llevo sentado ya una hora aquí en la cocina ensimismado en mi debate mental de cómo debería actuar con mi hermana. Cuando regresé de Bluery la sensación de abandono fue tanta que me recosté en la cama inundado de molestia, a las siete tomé mi pastilla y bajé.

Estaba embelesado tanto por mis sentimientos, que no escuché el momento en que Letha entró a la cocina y posó su mano sobre mi hombro. Sobresaltado, me giré a mirarla. De golpe, oculté bajo una manta transparente todas las ideas que maquiné, porque tenía delante a mi hermana. A mi dulce hermana, igual que siempre con su cabello desordenado y esa sonrisa encantadora. Sin embargo, para las horas que son ya debería estar vestida para ir a la escuela. Siento un alivio temporal, al ver que en su mano tenía una revista típicas de su edad, aunque ella no lo hace con otros fines, porque siempre arranca las hojas donde están los artículos de: "7 pasos para conquistar a un chico" "Historia real de ... de como conquistó a su crush del instituto". Le gusta ver las poses de las modelos para luego tratar de imitarlas.

—Hola Leo ¿cómo así no me despertaste? —Dejó en la mesa la revista y caminó hasta la refrigeradora.

Aunque la tengo delante, hay algo que no es igual a ella. Como si solo fuera una sombra de lo que era. ¿Qué está pasando?

—Lo raro es que no te hayas despertado ¿a qué hora llegaste ayer? —Pese a que me siento aturdido, confundido y desorientado, creyendo que estoy en algún sueño del que no me despierto, quiero aparentar serenidad.

—A las once y media. —Se encoge de hombros mientras sigue cortando una manzana.

—¿Qué? —Un sentimiento de enfado me llega desde el pecho. Simplemente me remuevo incómodo en la silla para disiparlo—. Letha esas no son las horas de llegar a la casa.

—Estaba con Ian —responde con un tono burlón y de simpleza que me turba aún más.

—Me da igual. Eres una niña que no tiene porque llegar a esas horas a su casa. Soy tu hermano y siempre hemos tenido reglas en esta casa. —No quiero sonar enojado, porque en mi momento de reflexión entendí que en su carrera de modelo necesita ir a eventos como esos, pero todavía tiene trece años.

—Leo eres mi hermano, más no mi padre. —Su tono altanero me toma desprevenido, ya que intenté lo más que pude no sonar enojado.

—Letha, solo te estoy diciendo que eso no está bien, porque te puede pasar algo —decir eso me deja sin aire.

Mi hermana se sienta en una silla, después de alejarla de la mesa y de mí.

—Pues ayer estaba con Ian, no contigo. —La manera en la que enfatiza las dos últimas palabras se siente como una patada en el estómago.

—Porque no me dijiste que tenías ese evento. Hubiera pedido permiso en el restaurante, pero ¿cómo lo hago si es que yo no sé? —La pequeña tensión va intensificando cuando Letha se levanta furiosa de la silla y tira la manzana en la basura.

—Da igual, no parece que te gustara que yo esté triunfando.

—¿Cómo se te ocurre decir algo?

Veo como se pone nerviosa repentinamente. Creo que no quiere decirlo en serio.

Reino sobre cenizas; Frenesí (Saga #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora