Capítulo quince

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Las ideas de aquel chico se han comenzado a tornar de un azul marino, llenándolo de un brillo esperanzador

Leonardo Foster

El día de hoy me resulta diferente. Me siento más satisfecho conmigo mismo. No puedo creer que solo una pequeña decisión de mi hermana pueda cambiarlo todo. No quiero decir que Letha debe entregarse al trabajo por completo, al contrario, mientras disfrute y pueda tener una adolescencia tranquila, no tengo objeción. Además, esa sensación de alivio debe ser porque Heather se queda en el umbral de mi ventana con el boceto en sus manos. La imagen es maravillosa y solo va a quedar plasmada en mi mente, de nadie más.

Antes de salir, eché una última mirada a mi habitación; la cama tendida, el escritorio ordenado, la puerta del baño cerrada y una nerviosa despedida con la castaña. Hoy es día de trabajo extenso, por lo que debo recoger la suficiente energía.

Voy a la habitación de Letha. Toco la puerta, cuento hasta cinco y no recibo una respuesta. El terror me invade, por lo que abro la puerta con el corazón en la boca. Sin embargo, Letha sigue durmiendo con un brazo doblado sobre su frente. Empiezo a respirar aliviado.

—Letha levanta el culo de la cama —dije bromeando. Muevo la almohada en la que está acostada. No es normal que no esté despierta a estas horas y no tengo por qué preguntar el motivo.

Se remueve en la cama y lucha con mantener los ojos abiertos, sin embargo por la hinchazón apenas puede observarme. La cantidad de lágrimas que tuvo que derramar, me desgarra el alma. No basta con cumplir su sueño para que sea feliz, porque su madre ni siquiera es capaz de celebrar un simple cumpleaños con mi hermana.

—Ian dijo que pasaría por mí a las nueve y media para cobrar el dinero de la sesión —refuta con un tono adormilado y bostezando en el acto.

—Si, pero te demoras una hora y media en alistarte y casi son las siete y cuarto. —Miré un reloj imaginario en mi muñeca.

—No importa. —Se mueve en la cama, apoya su mano en su mejilla—. Estoy cansada. —Su confesión me entristece de inmediato.

—Lo sé cariño. —Me siento a su lado en la cama—. Desearía que no fuera así.

—Pero es necesario ¿verdad?

Medito unos segundos.

—No es necesario tanto dolor para crecer como persona.

Letha se aferra a mis piernas y jala su cuerpo para recostarse sobre ellas. Acaricio su cabello castaño con amor y nostalgia.

—Entonces ¿por qué duele cuando yo ya conozco a mi madre? —esconde su rostro en mis piernas.

Pienso a mil por segundo para hacerla sentir mejor. No puedo bromear fácilmente sobre ese tema, ya que la ilusión de mi hermana fue sincera. Eso por un lado, por otro, me hubiera gustado llegar a la casa temprano del trabajo, tal vez Letha no se tendría que haber acostado llorando.

—Bueno Letha... —la imagen de Emma sonriéndome cuando estaba herido por la caída me recuerda una frase que me dijo—, con mi magia deja de doler —copio las palabras de Emma y empiezo hacerle cosquillas a mi hermana. Podré no tener poderes, pero eso no significa que en la Tierra no exista algo parecido. Obtener una risa de alguien que tiene el corazón roto, es una buena recompensa.

Ella empieza a reírse mucho debajo de mis dedos. Letha se retuerce y trata de apartarme de su lado. Nuestras risas inundan las cuatro paredes. Hasta que escuchamos algo en la otra habitación, similar a que un cuaderno se cae. Detengo las cosquillas enseguida, pensando en que mi madre puede interrumpir el momento, pero ambos seguimos sonriendo. Mi hermana está sentada sobre sus piernas recuperando el aliento. Su cabello desordenado le cae por la mitad de su rostro.

Reino sobre cenizas; Frenesí (Saga #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora