≪𝐎𝐧𝑙𝑦 𝐄𝑣𝐚𝐧 𝐏𝑒𝒕𝒆𝒓𝒔≫. . . ⬇︎

Evan Peters ♥︎

✧Advertencia: Smut full.
✦Persona: Evan Thomas Peters.
✧Título: "Una singular luna de miel".

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Besos nunca podían faltarles a ustedes, y muchísimo menos en su luna de miel, aquél especial día luego del casamiento, que se convertiría en un hermoso viaje de placer.

-Aún sigo pensando que pagar este hotel es innecesario, amor, no me gusta que gastes tu dinero en tonterías como estas-. Comentaste.

-No estoy gastando mi dinero en tonterías.. Si es en nosotros, no es una tontería, es un placer-.

Evan se sentó medianamente encorvado, cogiendo tus mejillas, acariciándolas con sus pulgares, mirando con fijación tus ojos.

-Sé que piensas que puedes ser parecida a ella, gastando mi dinero en tí...- Te entendió, pareció leer tu mente, adivinando excelentemente.

-Pero no eres ni remotamente similar-.

-¿Y sabes por qué?...- Con tu cabeza ladeando hacia los lados, diste a entender que no.

-Porque tú eres especial, tan hermosa por dentro y por fuera, tomando siempre en cuenta mis decisiones y opiniones, como siempre quise. Respetándome, tanto como te respeto a tí. Apoyándome y consolándome cuando recaigo, cuidándome cuando me enfermo, besándome cada puedes. Simplemente, ella no te llega a los talones, ¡ni si quiera a la planta de los pies!..- Te confesó con pura honestidad, bañada cada palabra con su suave voz.

-¡Y estoy tan feliz de poder decirte señorita Peters, mi bella esposa..- Besó tus labios calmadamente.

-Este anillo de aquí..- Te enseñó su mano, donde el anillo de casamiento estaba puesto.

-Demuestra que al fin pude encontrar a la verdadera persona que me ama...-

-Te amo señorita Peters..-

Besó y besó tus labios, siguiendo con sus caricias sobre tu piel, separándose después, dejándote respirar.

-Carajo Evan... Te amo tanto..- Jadeaste.

Pasando tus brazos por sus hombros, tomando su nuca, acercándolo a tí, comiéndolo a besos luego. Mientras que sus manos masajeaban tu espalda, y tu cintura de vez en cuando.

Tus manos se alzaron sobre el aire, dirigiéndose luego, a posarlas sobre su castaño y enrulado cabello, que desprendía un exquisito olor a shampoo, masajeando y acariciando, sin poder parar, volviéndose tu droga, tu adicción.

Bajó sus besos por tu mandíbula, haciendo trabajar sus manos sobre tí, estirando levemente tu camiseta, más bien su camiseta, siendo de tallas más grandes. Dejando en el camino chupones y marcas de sus dientes por todos lados, tiñiendo aquellas zonas de un color rojo.

Succionaba, mordía, lamía, y chupaba con perfección tu piel, atrapándola en su boca, jugando con su lengua, dando leves lenguetazos por alguno que otro lugar, dejando paso a que de tí, aflorezcan cortos gemidos.

Se regocijó en su posición, haciendo rozar su ya duro miembro contra tu centro un poco mojado, empujando de vez en cuando juguetonamente, mirando pícaro tus pechos cubiertos, relamiéndose internamente.