≪𝐎𝐧𝑙𝑦 𝐄𝑣𝐚𝐧 𝐏𝑒𝒕𝒆𝒓𝒔≫. . . ⬇︎

〖Kyle Spencer〗

𖥸Advertencia: Triste.
𖥻Personaje: Kyle Spencer.
𖦆Título: "Te ves tan feliz con ellas..."

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Aún no puedo creer lo rápido que comenzamos a hablar, hablábamos todos los días, sin excepción alguna, pareciendo disfrutar cada uno de la presencia del otro, pareciendo disfrutar cada uno de los acercamientos del otro, pareciendo disfrutar cada uno de las caricias del otro, pareciendo disfrutar cada uno de los pequeños e insignificantes, que para tí era mucho, los casi besos, mientras ambos se ocultaban en la gran biblioteca escolar, creyendo ser aún los mismos niños de antes.

"¿Tan rápido te olvidaste de mí?"

"¿Alguna vez te importé?"

"Ellas son mil veces mejor que yo ¿cierto...?"

"¿Cómo pude creer que en algún momento llegaste a sentir algo por mí?..."

"Soy tan estúpida... Perdón por arruinarlo, lo siento tanto, pero por favor no me abandones, no me dejes tirada como todos lo hicieron, es lo único que te pido... Por favor..."

"¡ERAS LO ÚNICO QUE TENÍA, ERAS LO ÚNICO QUE QUERÍA!"

[...]

-¡Vamos ____, tú puedes, yo sé que puedes! No tengas miedo, nada va a salir mal, de verdad lo digo-. Te alentaba una gran amiga tuya, de nombre Melissa. Una de las únicas amistades que tenías, luego de Kyle, aquél chico rubio, amable y tierno.

-¿Cómo puedo creer que de verdad me aceptará?- Preguntaste temerosa.

-¡Ouh vamos ____! No seas insegura, eres una chica muy bonita, amable, y graciosa ¿quién no quisiera estar contigo? Si yo fuera hombre ya te habría mandado mil cartas por lo menos-. Finalizó con pequeñas pero resonantes carcajadas.

Pero aquellos alientos no te sirvieron de nada, ya que aún seguías con tu ceño fruncido, y tu mirada café perdida en el colorido cielo, que tanto te encantaba observar.

Y de la nada aquél ambiente entre tu amiga, se tornó un silencio incómodo, donde solamente se escuchaban los cantos de las aves que se encontraban por allí. Y queriendo acabar con el silencio repentino, hiciste una última pregunta.

-¿Crees que esto será suficiente? No tengo mucho dinero...- Susurraste lo último, solo escuchándolo tú.

Y de tus, manos diste a la vista lo que tenías, que eran unas bellas flores amarillas, que al rizitos dorados tanto le gustan, combinando casi a la perfección con su bello y ordenado cabello. Y en tu otra mano sujetabas con algo de fuerza una carta, una hermosa carta donde allí expresabas de mil maneras distintas tu amor hacia él, hacia su persona.

Te habías tomado toda la noche escribiendo y escribiendo, buscando palabras perfectas para el chico perfecto. Intentando en algunos trozos de hoja, escribir pequeñas pero relevantes poesías cursis hacia él. Pero por más que hubieras querido seguir y seguir escribiendo sin parar, sin pausa alguna, expresando románticamente tus frágiles sentimientos, tu mano y cuerpo necesitaban un descanso, necesitaban dormir, y soñar reconfortantemente, con él, y solo él.... El dueño de tu corazón, por siempre y para siempre...