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LA MAYORÍA DE LA ESPECIE na'vi odiaba a los humanos. Loa metkayina no iban a ser a excepción. Desde que ellos se enteraron de que en la primera invasión, las personas del cielo casi acaban con el clan Anurai, decidieron evitar cualquier contacto con la especie invasora.
Aonung por alguna razón les tenía bastante rencor. Habían matado a la hermana espiritual de su madre junto con su cría, crearon una guerra innecesaria, mataron a bastantes tulkun como para luego dejarlos hundir hasta el fondo del mar. Eso y muchas cosas más.
Pero eso fue cuando era niño. Ahora, siendo ya un adulto joven de 22 años intentaba comprender y aceptar a ciertos humanos, pero eso no significaba que no les siguiera teniendo cierto odio. Una curiosa humana en específico.
O mas bien, una caminante de sueños. Aunque él no lo sabía.
Desde que Michelle era pequeña le fascinaba el mar. Solía escaparse cada que podía para correr hacia los acantilados del bosque de Pandora, admirando el enorme cuerpo de agua que parecía no tener fin.
Cuando obtuvo su avatar, se emocionó bastante al notar como este tenía las características necesarias para nadar; brazos y piernas fuertes, pulmones resistentes, una cola apta para el agua y un par de aletas en sus antebrazos.
Apenas tenía 20 años, siendo la menor de todos los científicos. Un día, decidió ir con Norm a visitar a Jake Sully y su familia a Awa'atul, cosa que la puso bastante feliz.
Su avatar era una copia exacta de los metkayina, a excepción de sus cinco dedos, claro.
──¿Eres una mestiza? ──pregunta Aonung inocente, tomando la muñeca de Michelle.
La femenina se encoge de hombros, respondiendo.
──Supongo que sí. ──miente, evitando los problemas que pudo ocasionar si decía la verdad.
