Noche estrellada

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—¡Maldito cocinero, ¿que estás haciendo?!

Zoro se levantó adolorido del suelo de la cocina, sobándose su cabeza, en el mismo lugar donde Sanji le había pegado. Había entrado en busca de una buena botella de cerveza, pero para su mala suerte, Sanji se encontraba allí escondido para saber como demonios desaparecían las botellas de alcohol.

—¡Así que eras tú, maldita cabeza de musgo!

—¡Solo es una maldita botella, luego podrás comprar más!

—¡No es eso! —Sanji otra vez dirigió su pierna a la cabeza de Zoro para darle una patada, pero el peliverde lo esquivó.

—¡El hecho de que saques cosas de la cocina sin mi permiso me molesta mucho, maldito marimo!

—¡¿Y por qué tengo que pedir permiso, cocinero pervertido?!

Sanji se molestó aún más, e iba a insertar otro golpe en su cabeza, pero un ruido fuera de la cocina llamó su atención.

—Oye, cabeza de musgo.

—También lo escuché, idiota.

Estuvieron en posición de ataque hasta que lograron percibir una presencia fuera. El primero en salir a abrir fue Zoro.

Tomó el picaporte de la puerta y la giró lentamente, intentando no hacer ningún ruido que alertara a aquel ladrón. Pero al parecer, era bastante ágil y fuerte ya que cruzó la cocina de un salto.

Sanji levantó la pierna cuando entró y logró colocarle una patada en la cabeza y dejarlo en el suelo, pero inmediatamente se levantó y siguió saltando sigilosamente por la cocina.

Zoro lo seguía con la mirada como podía, hasta que memorizó sus movimientos. Cerró los ojos y con ayuda de su haki de observación, levantó su shusui y enterró la punta en su garganta.

El ataque no fue lo suficiente para matarlo, solo lograría calmarlo y callarlo, pero servía para poder ver quien era.

Desencajó lentamente su katana de su garganta, dejando un rastro de sangre en el camino y en su shusui. Éste se quejó por el dolor y el desagradable sabor de la sangre en su boca. Aquello hizo reír a Zoro.

—Vaya, al parecer eres experimentado, pero no te gusta la sangre... interesante, ahora dime —. Apuntó con su katana nuevamente a su cuello. —¿Quién eres y a quién buscas?

Sanji vio como los ojos de Zoro cambiaban lentamente de color, desatando un aura morada. Fue ahí que se dio cuenta que estaba listo para torturarlo con su haki del rey en cualquier momento. Tragó con fuerza.

El sujeto sonrió al escupir un poco de sangre al suelo.

—Tu también eres espeluznante amigo, no siempre se puede ver un usuario de haki del rey en un barco cualquiera, ¿eres el capitán?

Zoro frunció las cejas, molesto. —No soy el capitán, y me da lo mismo si soy espeluznante, pero yo te hice una pregunta, ¿quién demonios eres?

—Vivo bajo el anonimato, no tengo nombre, jovencito. Solo debo decir que vengo a buscarte a ti.

—¿¡Y a mi por qué!?

Zoro's One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora