Whole Cake Island

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—Y, no tenía elección, así qué... —Luffy no alcanzó a terminar, ya que una patada de Sanji le hizo volar del carruaje.

—¡Oye! ¿Qué estás haciendo, Sanji-kun? —Gritó Nami desde un árbol viviente que los teletransportó hacia el rubio, Sanji se limitó a mirar a su capitán desde arriba.

—Piérdete, pirata de clase baja...—Luffy lo miró sorprendido.— Mi nombre es Vinsmoke Sanji, soy un príncipe del reino de Germa. Lamento haberlo mantenido en secreto, pensé que te haría miserable...

—... La diferencia entre nosotros no puede ser más clara, si me quedo aquí, puedo gastar el dinero y usar los soldados y sirvientes que quiera. Regresar a ese barco de mierda contigo y tus amigos, o quedarme aquí y casarme con la hermosa hija de Big Mom, es obvio cual es la vida más feliz. ¡No regresaré contigo!

Nami se pasmó ante la situación, su querido compañero los despreciaba, ¿Qué estaba pasando en ese maldito momento?

—No puedo creer que hayas venido hasta aquí. Gracias. —No lo pudo evitar, un par de lágrimas comenzaron a caer en el rostro de la pelinaranja.— ¡Vete! No recuerdo tu nombre.

—¡No me jodas! ¿De qué estás hablando? ¡No estoy convencido! —Luffy estaba demasiado atónito que no podía entender bien de la situación, aquella patada realmente le había dejado anonadado. 

Una densa niebla comenzó a reinar en el cielo de Whole Cake Island, solo se encontraba Sanji y Luffy en el centro de atención, pues los demás eran simples espectadores patidifusos ante la situación.

Sanji se había ya bajado del carruaje, aterrizando en el suave pasto comestible del pedazo de tierra en el que se encontraba junto con Luffy, siendo observados por su familia y por su amada navegadora. 

—No sé que te hizo venir, pero aprecio que te hayas tomado la molestia. Habiendo dicho esto, si realmente piensas en mi, debiste haber hecho lo opuesto...

—En vez de estar con ustedes, que son pobres y débiles, es mejor ser parte de los ricos y poderosos piratas de Big Mom... Seré feliz. No estoy seguro de que te conviertas en el Rey de los Piratas. —El pelinegro ya comenzaba a molestarse, su paciencia en aquella situación había llegado a su limite, pues nada estaba saliendo como esperaba y no le gustaba para nada a donde iba a llegar aquella discusión.

—¡Deja de bromear, Sanji-kun! ¡¿De qué estás hablando?! —Nami, al ver el rumbo de aquel estado, decidió intervenir. Pero una mirada fue suficiente para hacer que se callara.

—Entonces, todo este tiempo... estuviste engañándome.

—Si, así es. —Levantó su pierna, listo para atacar. —He estado viéndote desde arriba todo este tiempo. —Finalmente la prendió fuego, asustando más a sus dos compañeros.

—Apuesto que no lo viste venir, así que es difícil de aceptar. Te lo probaré. Prepárate.

Luffy sabía lo que vendría a continuación, pero decidió esperar, tenía la esperanza de que su querido compañero no le golpeara con su poderosa pierna en llamas.

—¡No, Sanji-kun! —Aquellas palabras no bastaron para el rubio, quién ya le había asestado una patada en la cara a su capitán.

Nami se quedó estupefacta en su lugar, mirando la situación irreversible de aquellos dos, pues Luffy si bien había llegado lejos a causa del golpe, logró posicionarse a un par de metros del rubio, sorprendiéndolo por su excesiva terquedad.

—Luffy... estás sangrando. Sanji-kun, realmente... 

—Pelea. —La interrupió. —Usa tu haki o morirás.

—Solo quiero hablar contigo, ¿por qué necesito del haki? ¡No voy a luchar contigo!

Sanji se rindió, las palabras no fueron suficientes. Para poder salvar a su capitán tendrá que tomar otro camino.

—Entonces... ¡Vete!

—¡No voy a hacer eso tampoco!

—¡Siempre has sido egoísta! —Otro golpe azotó en la cara de Luffy, quien a pesar del dolor, se rehusó a luchar.

—¡Por favor detente, Sanji-kun! —Gritó nuevamente Nami, haciendo que el nombrado finalmente la mirara. —Solo hemos venido a buscarte... ¡Luffy ha luchado contra un oficial superior toda la noche para llegar tan lejos! Así que su cuerpo está... 

—Dejálo, Nami... Mantente al margen de esto. —Habló una voz a lo lejos.

Unas botas hicieron resonar el lugar, complicando más al rubio al ver de quien se trataba.

El peliverde subió al árbol, acompañando a Nami en aquel triste duelo entre su capitán y el cocinero.

—Zoro... ¿Cómo llegaste hasta aquí? 

—Tuve un mal presentimiento, Kinemon me ayudó a venir.

Sanji y Nami supieron de inmediato que no había vuelta atrás, pues si bien Luffy y Nami estaban dispuestos a olvidar lo sucedido, Zoro no perdonaría al rubio.

Sanji prendió nuevamente su pierna, centrando a Luffy en aquel duelo.

—¡Sanji-kun! —Gritó desesperada, Zoro tan solo vio como Sanji agredió a su capitán una y otra vez.

—Luffy no está respondiendo.

—Dijo que se negaría a luchar contra él. —Nami yacía llorando desconsoladamente, acostada sobre sus piernas. Zoro no dijo nada más.

—¡Fuera de mi vista ahora!

—¡Me niego!

 Los tres sabían la verdadera razón de las acciones de Sanji, pero, no comprendían bien la decisión tomada, ¿es que acaso Sanji no confiaba en el poder de su capitán?

—No importa lo que haga, no te vas a ir, ¿verdad, pirata de clase baja?... Si no te vas a ir, no tengo otra opción. Ya no voy a ir fácil. No te arrepientas de esto después de morir

—¡Ya es suficiente, Sanji-Kun! Nos iremos... —Zoro al ver lo que iba a hacer Sanji se paró de su lugar, atento al reaccionar de Luffy.

—¡No lo haré!

Una patada desde lo alto bastó para que Luffy finalmente cayera inconsciente. 

Nami fue corriendo a socorrerlo, adelante de Zoro, quien caminaba lentamente mirando fijamente el caminar del rubio hacía la carroza.

Nami no lo pudo evitar, caminó detrás de Sanji para encestarle una cachetada, soltando todo su odio y dolor. —Adiós.  —Éste no la miró, la vergüenza finalmente llenó su pecho. —Lo lamento, nunca deberíamos llegar haber hecho esto.

—Ya es suficiente, Nami. Vámonos. —Zoro tomó el cuerpo ensangrentado de Luffy, para adentrarse al bosque.

Zoro's One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora