CAPÍTULO 12: OCLUMANCIA

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"Allí pasaron horas, horas de alientos comunes, de latidos comunes, horas en las que K. tenía continuamente el sentimiento de extraviarse, o de estar más ajeno al mundo que nadie antes que él; en un mundo lejano en el que ni siquiera el aire era como el aire natal, en el que uno se asfixiaba de pura extrañeza y en el que nada podía hacerse en medio de insensatas seducciones, sino seguir cayendo, seguir extraviándose..."

- "EL CASTILLO"- Franz Kafka.

Hermione no es consciente del modo intenso en que Parvati Patil, su única acompañante en la cocina a esas horas de la mañana, sostiene la mirada sobre ella. Un observador más atento notaría que la joven tiene los puños apretados contra el tazón del que bebe algún líquido caliente, pero Hermione no es un observador atento; no cuando en todo lo que puede pensar es en lo que ha ocurrido esa noche. Todo lo que plaga su mente es el recuerdo de caricias y sonidos y sensaciones y placeres, y algo de dolor en medio de todo, pero un dolor que es distinto a cualquier otro. Y la sensación de pérdida combatiendo con aquella otra que se apodera de ella: la sensación novedosa de la entrega.

Sus mejillas enrojecen en este punto y una sonrisa se dibuja en sus labios. Tampoco entonces se percata del modo en que las cejas de Parvati se curvan. ¿Puede Hermione estar conciente del resto del mundo cuando, por primera vez en mucho tiempo es consciente de sí misma; del modo en que ha dejado de ser quien era, del modo en que una decisión de la que aún se sorprende, la ha llevado a conocer la embriagadora sensación de pasar de ser un solo ser para transformarse en la mitad de algo más grande? Que no tenga posibilidades de durar no importa ahora.

Recuerda los párpados cerrados de Draco y el modo sereno en que dormía cuando ella dejó el cuarto. Se ha escabullido sin esperar a que sus ojos se abrieran, por miedo. Miedo a que aquel momento sublime se arruinara por algún comentario mordaz, o alguna mueca poco amable. Es el precio que debe pagar por haberlo escogido a él, que no es el más indicado. Y aún así sabe, su corazón sabe, su alma sabe, que no podría haber sido ningún otro.

- Hermione...- pestañea una, dos y aún una tercera vez, antes de reconocer aquello como la voz de Parvati. ¿Cuándo ha llegado Parvati ahí? ¿Podría adivinar Parvati sus pensamientos? ¿Podrían hacerlo los demás? ¿Adivinarían acaso el modo en que Malfoy la ha tocado donde nadie nunca lo ha hecho, el modo en que la ha marcado como suya con cada caricia y con cada beso, y cómo ella ha respondido a su roce? Y el modo íntimo en que habían unido sus cuerpos, la maravillosa sensación de tener a Draco Malfoy tan cerca de ella... A Draco Malfoy ¿Podrían adivinar eso también? ¿Podrían siquiera imaginarlo?- Hay algo que debo pedirte...- Parvati... es verdad... Parvati la ha hablado.

Gira su mirada hacia ella y aparenta estar atenta a sus ojos negros. Y le pide que plantee su petición intentando sonar como ella misma, pero ¿cómo puede sonar como ella misma cuando ha dejado de ser quien era, cuando Draco Malfoy la ha transformado en algo distinto?

- Aún no...- dice Parvati- No puedo decirte ahora en qué necesito tu ayuda, pero... cuando te lo diga, ¿me ayudarás, verdad?- su sonrisa no es como era antes. Hay en ella algo que asusta, pero Hermione no es capaz de verlo. No cuando sus pensamientos están en unos ojos grises; en la ensoñación del primer amor... Aunque ella aún no se atreve a llamarlo "amor".

- Claro que sí, Parvati.- responde por inercia, porque sigue siendo ella, comprende ahora... La misma Hermione deseosa de ayudar a todos... La misma de siempre, pero diferente.

- Gracias, Hermione- la joven toma sus manos entre las suyas.- Sabía que podía contar contigo.- Y la besa en la mejilla.

Algo hay de escalofriante en ese beso, pero ella no se detiene a pensar en ello. No entiende nada más que de sensaciones y de recuerdos, y de temblores y de primeras veces, y de pensar en él... En Draco Malfoy.

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