Capitulo veintiocho

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CARTAS

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CARTAS

AGOSTO 1981



















Sirius Black conocía bien a Kendra Salazar. Sabía que ella no era de las personas de quedarse en casa.

Tenía una certeza de que escaparía tarde o temprano y por su bienestar esperaba que fuera tarde.

El Black tenia un mal presentimiento, se despertó después de la medianoche para ir en búsqueda de Kendra.

Durante los últimos días aquella casa se convirtió en su refugio, al igual que el de su hermano menor quien permanecía escondido de Lord Voldemort tras revelarse, el resto de la familia Black había huido de Londres hacia Francia, a excepción de Bellatrix y Narcissa quienes prefirieron seguir manteniendo su máscara ante el Señor Tenebroso.

Al estar afuera de la habitación de Kendra, Sirius entró sin tocar descubriendo la habitación vacía, no había nadie y la cama estaba con las sábanas en su lugar sin ningún movimiento.

En la cama descansaban siete sobres con la perfecta caligrafía de su gran amor, las tomó entre sus manos bajando las escaleras en búsqueda de Sebastián.

El joven Grindelwald se despertó tras una pesadilla, últimamente no podía dormir bien, los recuerdos de sus familiares muertos lo atormentaban, como si trataran de advertirle que algo malo sucedería.

— Kendra no está — dijo Sirius

Esas palabras fueron como un balde de agua helada en Sebastian. El chico Grindelwald se levantó rápidamente tirando a su paso una de las tazas de la porcelana de su madre.

— Revisa sino está con Credence, iré a despertar a Ariana y avisarle a Albus — dijo Sebastian mientras subían las escaleras.

Sirius revisó en el cuarto de su hijo, encontrándolo completamente dormido sin rastro de su madre, también revisó en el cuarto de Harry y Arabella, pero tampoco se encontraba allí.

El tiempo corría, sabían que no tenían segundos que perder.

Ahora entendía porque al concluir la cena, Kendra le pidió que cuidara de Credence si algo sucedía, ella ya tenía planeado escapar.








James despertó gracias a unos golpes en su puerta, se puso de pie con lentitud para no caerse.

— ¿Haz visto a Kendra? — le pregunto Remus del otro lado de la puerta.

James parpadeó un par de veces antes de poder responderle.

— La ultima vez que la vi fue en la cena, ¿esta bien?

— No encontramos a Kendra.

Los dos bajaron las escaleras encontrándose en la sala al resto, Ariana se abrazaba a sí misma, Sirius parecía estar a punto de jalarse los cabellos, mientras Sebastian era el más afectado.

— No pudo salir de aquí — dijo Sebastian. — Todas las puestas tienen seguridad y Albus las protegió con magia para que nadie pudiera entrar o salir.

— ¿La salida del sótano? — preguntó Sirius. — Kendra y tú escapaban por allí cuando eran niños, esa estaba sellada también ¿cierto?

Sebastian quería golpearse en ese momento, había olvidado por completo la puerta del sótano, tanto tiempo lejos de casa que olvidó sus propias travesuras.

— ¿Papá? — llamó Credence a Sirius, causando que todos miraran al pequeño.

— ¿Qué pasó, cachorro? — preguntó Sirius acercándose a su hijo.

— Tuve un sueño feo — lagrimeo Credence. — Soñé que mamá moría.

Sirius abrazó a su hijo, el niño lloró sobre el hombro de su padre, ninguno se atrevió a mencionar a Kendra durante ese rato, Sebastian sabía que Credence estaría afectado.
















Kendra caminaba hacia la Mansión Riddle, sabía que allí estaba Tom, lo había rastreado.

Pasó el campo de protección que rodeaba la Mansión, lo hizo flaquear durante unos segundos, este siguió de pie y ella entró al terreno.

Adentro de la Mansión, los miembros pudieron ver como el escudo flaqueó.

— Dolohov, Carrow, síganme — dijo el cuervo dando órdenes para que le siguieran.

Los mencionados juntos a los hermanos Lestrange la siguieron, estos últimos estaban siendo vigilados constantemente por el Cuervo tras la deserción de Regulus Black.

— Haz venido a tu muerte, Salazar — hablo el cuervo al ver a la chica.

Kendra vio a cómo todos la estaban esperando, la voz del Cuervo no sonaba como alguna que escuchara antes, y siendo sincera estaba segura que su voz fue modificada por un hechizo.

— Vengo a ver a Tom, no a sus gatos — respondió Kendra cruzándose de brazos.

Detrás de todos, venía Tom junto a Bella, la mujer Black fue encargada de  buscar al Señor Tenebroso, ningún Black era de confianza ahora.

Cuando los ojos de Bellatrix vieron a Kendra sintió que la sonrisa en su rostro se esfumó, el pacto de sangre que hizo con ella le estaba llamando para defenderla, la sangre llama a la sangre. Incluso era más fuerte que la marca en su brazo, una lucha contante en su interior para no delatarse.

— Mi querida sobrina — hablo Lord Voldemort. — ¿Haz venido a morir?

— Esto se acaba ahora, solo tú y yo, no con mis hijos, ni con tus gatos — señaló al grupo de mortifagos a sus espaldas. — Tampoco la Orden de Dumbledore, esto comenzó con dos Salazar y terminara con nosotros.

Lord Voldemort sonrió levemente, una sonrisa cargada de venganza.

Con un movimiento de varita, Tom puso unas cadenas en las manos de Kendra y una en su cuello.

— Tráela ante mi, Bella — ordeno en un siseo.

Bellatrix se acercó a Kendra con total lentitud, su piel ardía tras no seguir la orden de su pacto.

— Es una locura lo que estás haciendo, Lady Black — dijo Bella en susurros mientras jalaba a Kendra.

— Lo hago para mantener con vida a mi familia.

Tom entró primero a la Mansión, siendo seguido de Kendra y el resto de mortifagos, lanzaron la marca hacia el cielo en señal de victoria, era un mensaje, un mensaje para Albus Dumbledore, uno que lograría descifrar. 

MALEDICTUS; James Potter ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora