Mis razones para mentir

Un hogar

Inhalé profundamente al deslizar la cuchilla por mi muñeca, pero no corte mi carne.

—Mierda—murmuré. Deje caer la cuchilla al agua de la tina—. No puedo... no puedo...

Deje caer mi rostro entre mis manos y lloré.

«¿Por qué no puedo? ¿Qué me impide?»

Abracé mis piernas desnudas por un tiempo. Poco a poco me deje hundir en el agua, esperando, contando los segundos aguantando la respiración, sintiendo como la desesperación por oxigeno invadía mis pulmones. Lo ignoré. Abrí mis ojos y dirigí mi vista al techo, en cambio, me encontré con una silueta.

Mi hermano se encontraba inclinado, observándome.

— ¡Anthony! —exclamé mientras me incorporaba. Busque a mi hermano con la mirada; no había nadie— ¿Dónde estás?

Me encontraba solo en aquel baño. Gruñí por lo bajo y me levante de la tina en busca de una toalla para poder colocarme el pijama y dormir.

...

— ¡No tendremos un hijo gay! —gritó mi madre echa furia.

Las palabras se vieron atascadas en mi garganta. Sentía como todo mi mundo caía de golpe y desaparecía en segundos.

—Entonces... ¿para qué tenerlo? —balbucee.

—Sólo tenemos un hijo—dijo mi padre—. Su nombre es Anthony.

—Claro, por supuesto—empecé a decir, fingiendo una sonrisa—. Si eso quieren, su deseo será cumplido.

Corrí hacia mi habitación y cerré la puerta con un golpe seco. Había tomado mi mochila, la había llenado de cosas que se requerían para sobrevivir en la calle y escapé por la ventana.

No sé cuantos días han pasado desde que huí, pero ya no importa.

Estoy perdido.

Los callejones se han vuelto mi nueva casa. La comida chatarra era mi amiga. El peligro nunca desapareció. El dinero se acaba. Siento como la falta de sueño me está afectando, como el no comer me debilita. La muerte se está acercando, lo sé.

—Por fin te encontré—dijo una voz conocida. A pesar de mi vista borrosa pude reconocer esos ojos castaños y esa amable sonrisa.

— ¿Qué quieres? —le pregunté a Anthony.

— Darte un hogar, Alec.