Abismo

4.1K 538 40
                                    

Ciro asesinó a mi hermano. No. Aarón mató a mi hermano, a mi único hermano...  Las lágrimas no tardaron en llegar. ¿Cuánto dolor puedo soportar? Esto ya es mucho... no puedo. 

— Alec, por favor. — suplicaba Aarón tomando mi rostro entre sus manos —Perdón, perdón... 

No, no puedo... 

— Los perdón no sirven, Ciro. Ya... lo arruinaste —murmure. La garganta me dolía, me envenenaba cada palabra que escapaba de ella —. Y-yo... 

— Lo sé. Sé que cuantas veces te pida perdón nunca me perdonarás. Pero yo no quiero tu perdón, quiero que afrontes esto, que seas fuerte y...

— ¡¿Fuerte?! ¡¿Cómo quieres que sea fuerte después de enterarme que mi NOVIO asesino a mi HERMANO?! ¡¿CÓMO?! ¡C-Ciro...! 

 — Yo... Y-yo... —tartamudeaba—... perdón....

— ¡Por la mierda, Ciro! ¡Deja de pedir perdón cuándo sabes que no lo tendrás!— lo empujé. 

Por un pequeño segundo me sentía ligero, pero la sensación de dolor, de ahogo, me condeno. Me arrepentí a haber dicho eso, no quería decir eso... 

— ¿Ciro? —murmuré. 

Me acerqué a Ciro. 

— No, espera, eso no quería decir... 

Ciro se levantó del suelo, indiferente, dolido. Sólo me dirigió una mirada fría y camino hacia la puerta.  

— ¡Ciro, espera! —supliqué. 

— ¡¿Qué quieres?! Ya me dejaste en claro que esto no lo podemos afrontar... 

— Ciro... yo no quería decir eso. Dios. Te amo, te amo y no quiero perderte así de la nada — me encamine hacia él, hasta tenerlo entre mis brazos —. Por favor...

— Alec... Asesiné a tu hermano. Con solo decir eso ya no tendré un perdón como respuesta, sino, un adiós... 

— No — arrugue su camisa entre mis manos. 

— Fui cegado por el odio, Alec. Fui un chico inmaduro que eligió el camino incorrecto y asesinó sin pudor, esperando, que una familia inexistente lo detuviese para darse cuenta que no estaba tan solo como creía. Y al no tener la respuesta que deseaba, se desencadeno esa bestia que luchaba por huir y herir. 

No dije nada, sólo guarde silenció y lloré. 

Él mató a Anthony...

Es un asesino

Lo mató... mató a mi hermano...

Un criminal

Mi único hermano...

Él no debe seguir viviendo

¿Qué...? ¿qué acabó de pensar? ¡No! Ciro no puede morir, y no lo hará. 

Entrégalo. Has justicia. 

No puedo, yo lo amo. 

También a Anthony.

— ¿Alec? —dijo Ciro preocupado.

— Alec, no le hagas caso —dijo Anthony—. Él te está engañando.

—  No... —dudé. 

— ¿Qué?

— Ciro, ¿eres bueno? —pregunté— ¿Ya no le haces daño a la gente? 

— No, ya no lo hago... 

— ¿De verdad?

Te está mintiendo, se nota en su rostro. Está escrito. 

 — Sí...

— ¡Mientes! —exclamé, alejándome de él— Si lo hiciste una vez lo volverás a hacer. 

— ¡No! Claro que no lo volveré a hacer... Lo primero fue por defensa propia... y lo del avión...

— ¡Por venganza! ¡Eres un asesino! 

— ¡No me llames así! ¡Tú sabes que no es real! —grito enfadado. 

— ¿Qué no es real? ¡Ambos sabemos que no es así! ¡Asesino! 

Las lágrimas de Ciro eran notorias, como si fuesen pintadas en su hermoso y destrozado rostro. Me hería verlo de tal modo. Observaba a sus lados desesperado, como si buscase algo para ayudarlo. 

— ¿Qué buscas? ¿Un arma con que volarme la cabeza? 

— ¡Cállate! —su voz fue un eco en el silencio— Sólo... cállate.  

— ¡¿Es lo único que harás?! Eres un cobarde... 

— ¡No soy un cobarde! — se oyó un eco, seguido por un golpe seco —No lo soy... 

Cerro los ojos  y empezó a golpear la pared sin piedad. Se estaba dañando a si mismo...

— ¿Qué haces? Detente.

Pero siguió golpeando la pared. 

— Ciro... 

No me escucha.

— Ciro. 

Nada.

— Aarón. 

Se detuvo. 

— No me gusta esto... — murmuro — No quiero hacerte daño, Alec. 

— No... 

— ¡Deja de mentir! 

— ¡Yo nunca he mentido! ¡Siempre he sido abierto a decirte todo sobre mi! Y tú, aparentando ser una persona que nunca existió. 

 Y esas fueron las gotas que colmaron el vaso. 

Simplemente, abrió la puerta y se largo, dejando todo atrás. 

Cobarde, eso es lo que es.

— Él no es un cobarde...

Asesinó a su familia. 

— Tenía sus razones... 

Unas razones de mierda.

— Eran sus razones para mentir.

 



 

Mis razones para mentir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora