Fracaso

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Todos tenemos nuestras razones para mentir, tanto para evitar que ocurran esos hechos que tanto tememos, a esas cosas que destruyen todo a su paso. Pero... lamentablemente, ocurrirán igual, y de la peor manera que se les puede ocurrir.

Ese día me deje caer en medio del departamento, hundido en la penumbra de mi mente, consumido por esos pensamientos que anhelaban salir a frote y destrozar todo, más de lo que estaba. Anthony era parte de ellos, y a la vez no, no eran él. Era mi otro yo.

Entregar a Ciro era una opción que recorría mi cuerpo como el aire que me mantenía con vida. Lloré un montón luchando contra mis demonios, pero hay una cosa que aprendí después de todo esto: Nadie se puede salvar sólo. Necesitaba a Ciro, a mi Ciro. Ese chico lleno de alegría y esperanza que me motivaba a seguir adelante a pesar de la muerte de mi hermano.

Una muerte que él causó.

Unos pasos se escucharon cerca mio, pasos temerosos e indecisos. Era Ciro.

No alcé la mirada, en cambio, me abracé a mi mismo. Mi brazos aparentaban ser unos bloques de acero para evitar que las últimas fuerzas que me quedaban se retuvieran.

- Alec... - murmuró Aaron.

- ¿Sabes? Son estos precisos momentos que desearía haberme suicidado cuando tuve la oportunidad... No soy una persona fuerte, aunque sea un experto aparentando serlo. Al igual que tú...

- Eres una persona muy fuerte, Alec...

- Y ahí vienes de nuevo con tus mentiras, ¿no te aburres?

- ¿Cómo puedes decir eso?

- Cuándo un humano es cegado por el odio, la rabia, la soledad, deja de ser un humano. Se trasforma en un monstruo.

- No eres un monstruo, eres un ángel.

- No soy un ángel.

- Verdad... - se arrodillo a mi lado -. Ningún ángel podría soportar tanto como lo hiciste tú. Ningún ángel...

Alcé la mirada.

- Sería tan maravillosamente hermoso cómo lo eres tú.

- C-Ciro...

Lo envolví con mis brazos, aferrándome a esa gota de esperanza que siempre fue mi Ciro.

- Te amo... - le dije. Su cuerpo se tensó.

- ... Debemos terminar con esto -dijo en un simple susurro-, esto tiene que acabar. Ya... terminemos con ésta relación y separemosnos.

Esas palabras colmaron la última gota de mi fuerza. Me destruyeron.

- ¿Qué estás diciendo...?

- Terminemos con ésta relación.

Lentamente lo observé a los ojos, evitando derramar mis lagrimas.

- No... - negué - no, no... ¡No! ¡No quiero!

- Alec, es lo mejor que podemos hacer...

Lo besé. Busqué ese sabor en sus labios que me hacían perder la cordura, los que me hacían viajar a otro mundo. Es lo qué más necesito en este momento, irme de éste mundo.

Ciro colocó sus manos en mis mejillas y se alejó de mi, besando mis labios lenta y dolorosamente hasta depositar un corto beso en la punta de mi nariz. Limpió mis lagrimas con sus pulgares y me sonrió.

- Se fuerte, Alec.

Se levanto del suelo y camino hacía la puerta. Sin poder levantarme, tome su muñeca.

- No lo hagas, por favor...

Su sonrisa fue mi única respuesta.

Se soltó de mi agarre y susurró: - Te amo.

Fugaz, es cómo lo perdí.

Mis razones para mentir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora