Fijé mi mirada al piso y conté: Siete botellas de alcohol desparramadas en el suelo.
—¡Otra más! —exclamé.
—¡Otra botella de cerveza va saliendo!— Gritó Ciro extendió la botella, yo la recibí con gusto— ¿Estás seguro que no es tu primera vez?
—¡C-claro que no! Es la segunda.
—Alec.
—¿Sabes? Es el momento perfecto para tener sexo, ¿no crees?
—¿Qué?—rió— Parece que el alcohol te está dañando un poco.
—No he tenido sexo desde hace... Hm, ¿seis meses? ¡Ni siquiera he besado a alguien! ¿Desde cuándo no has tenido sexo?
Perplejo, respondió:— Tres semanas...
—Tienes suerte.
—Creo que es hora de que dejes de tomar— Se acercó y me quito la botella de las manos.
—¡No! — Grité. Me abalance hacía él, intentando quitarle mi botella —¡Dámelo!
Por accidente pisé su pie con el mío, logrando que cayera al suelo. Intenté quitarle la botella de las manos, pero al intentarlo cayó al suelo y se rompió.
—Tsk —fruncí el ceño—¡Es toda tu culpa!
—¡Tú eres el culpable! — Intenté golpearlo, pero atrapó mis puños con mucha facilidad.
Le lancé una mirada. Su rostro parecía bastante relajado a pesar de la circunstancia.
«Que lindos ojos tiene»
Me perdí en sus ojos, en ese cielo sin estrellas y caí de golpe al suelo, entrando en un profundo sueño.
Al día siguiente desperté en mi cama con un fuerte dolor de cabeza. Al observar mi alrededor en busca de algo con qué detener mi agonía me percaté que Ciro dormía a mi lado.
«¿Qué mierda pasó anoche?»
Verlo dormir tan tranquilo me ha recordado a mi hermano.
A Anthony.
A mi amor.
—Anthony... yo te amo...—Yo también te quiero, idiota.
—¡No! Yo no te amo como un... hermano... Yo estoy enamorado de ti...
—Alec — Me llamó Ciro, recién despertando— ¿te sientes bien?—Sí... estoy bien— Dije, masajeándome la sien. Le eché un pequeño vistazo y pregunté:— ¿No debías haberte ido?
—Créeme, niño. Quedarme a dormir no estaba en mis planes— contestó, colocando sus manos sobre su rostro.
—¿Entonces?
—Cuando estas borracho eres tan... manipulador.
—Prefiero no saber que pasó— dije, evitando tener que escuchar alguna de mis vergüenzas.
—Perfecto — Se había sentando en la cama y chocó sus palmas — ¿Desayunamos?
— Eh, está bien... — Acepté. Ciro se levantó de la cama y acomodó sus ropas. Me sonrió —¿Qué tienes?
—No es para molestarte ni nada, pero ahora mismo te ves bastante gracioso— y se largó de la habitación.
¿Qué? ¿Gracioso? ¿A qué mierda se refiere? Bah, sólo es una broma. Entre un largo bostezo y dolor de cabeza, me levanté de la cama y me dirigí hacia el baño.
Ah... ahora entiendo.
Mi cabello se encontraba totalmente desordenado. Mis ojos lucían más cansados de lo normal, y más con esos enormes lagos. La palidez de mi rostro tampoco ayudó de algo. Resumiendo, me veo patético.
«Dios, y Ciro me vio de esta manera... »
Un cálido rojo carmesí invadió mis mejillas.
Imbécil. Imbécil. Imbécil.
«¿Alguna otra cosa que quieras decir? »
Imbécil.
«Perfecto»
—¡Aleeec! —escuché.
—¡Ya voy! —respondí.
Tras el intento de verme decente fui a la cocina. Ciro me esperaba con una variada selección de comidas, ¿en serio tenía todo eso en mi cocina? Parece que Anthony se había hecho cargo de las compras antes de salir.
—¿Sigues con hambre?— Me preguntó Ciro.
—No, estoy bien.—contesté, limpiando mi boca con una servilleta—Gracias, An-... Ciro.
— Eso me alegra— Contesto entre una pequeña carcajada—.Espero que lo hayas disfrutado, porque ahora tengo que irme.
—¿Qué? —dije, levantándome del asiento —¿ya te vas?
—Sí. Debo trabajar, ¿recuerdas? — Tomó su chaqueta y se la colocó—. Además, creo que ya te molesté mucho. — Giró la perilla y abrió la puerta— Bueno. Adiós, Alec.
—Adiós... —murmuré. Ciro se largó.
Silencio.
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Mis razones para mentir
Teen FictionLo sé. Entiendo que con el amor viene el dolor, pero... ¿Por qué debo amar tanto?