Roce

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Capítulo dedicado a Sora_yokai. Gracias por comentar cada capítulo y alentarme a seguir escribiendo ésta historia ♥  


Al separarme de él, pude notar que tan agitados estábamos. Casi sin aire.

— Para ser nuestro segundo beso estuvo bien — dijo él. Reí.

— ¿Eso crees? — pregunté.

— Sí — aceptó —. Ahora quiero ir por el tercero.

Ciro mordió mi labio inferior y volvió a besarme.

Ésta vez fue algo más lento y corto. Pero cada segundo lo iba disfrutando cada vez más que el anterior.

Anthony.

— ¿Alec? 

Anthony...

— Ah... Perdón, me desconcentre — me separe de él y me apoye en un mueble, colocando mi mano en la frente.

Él está muerto, y yo... yo... ¿tan fácil lo olvidé

— ¿Estás bien? — preocupado, apoyo su mano en mi hombro.

— No — negué.

— ¿En qué pensaste?

— Mi hermano...

— No te preocupes. Él debe estar bien... — intento sonreír.

— ¡Él está muerto! — grite, aguantando las lágrimas.

— ... Alec.

— Tuvo un accidente... Pero... Ya, no importa... Sólo... — y me abrazó.

— No estás obligado a decirme... — susurró.

Intente aguantarme el llanto que, mágicamente, pasó. Me dejé llevar en los brazos de Ciro, esperando que todo pasé rápido.

No puedo creer que tan fácilmente pude caer al recordar sólo su nombre... 

Sentí que me quedaba dormido, y que Ciro me llevaba a mi habitación. Me dejó en la cama y se encaminó a salir.

— Ciro — alcance a decir.

— ¿Sí? — se giró.

— Quédate un rato más — alce mi brazo hacía él.

Él me observó y sonrió: — Está bien.

Me moví de la cama, dejándole un espacio. Él se acostó y lo abracé.

— Gracias...

— No hay de qué.

Alce mi mirada buscando la suya. Sus ojos se veían cansados, pero no perdían esa pizca de alegría que siempre encontré. 

Lo besé. 

Ésta vez intente tomar el mando, me atreví a subir su camisa y rozar su piel. Suave, fue lo primero que pensé al rozarle. Ciro no se negó a mi tacto, si no que él también se atrevió a rozar mi piel con sus dedos. 

—  Ciro... — suspire. Sus labios no lograban separarse de los míos. 

De alguna forma u otra, termine encima del cuerpo de Ciro. Él tenía algunos botones desabrochados de su camisa y el cabello despeinado, una imagen que me será difícil olvidar. 

—  Alec — jadeo —, creo que deberíamos ir más... lento. 

—  ¿A qué te refieres?  — pregunté. 

—  Estamos yendo muy rápido en esto. — Se intento incorporar un poco. Me senté en sus muslos. 

—  Es cierto —acepte—. Perdón, se nos fue un poco la mano. 

—  No te preocupes. Hay parejas que se conocen un día y ya son padres al otro — sonrió.

—  ¿Somos pareja? 

— ¿Lo somos? 

— No lo sé, tú lo nombraste. 

Ladeo la cabeza, sonriendo: — ¿Quieres ser mi pareja? 

—  ¿Para después quedar embarazado al día siguiente? — bromee. 

—  Hay un cincuenta por ciento de probabilidades que pase — rió. —¿Quieres? 

—  Después de todo lo que hemos hecho sería estúpido que respondiera "No".

—  Un poco, sí.

Sonreí. No pode evitar envolverlo entre mis brazos, lleno de alegría. 

— No pensé que esto te haría tan feliz. 

— Ni yo —le dije. 

Unimos nuestras frentes y rozamos nuestras narices. Entre sonrisas y miradas le dije: 

—  Te quiero, Ciro. 

Él contestó: 

— Yo también, Alec. 

Nos besamos.  


Mis razones para mentir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora