001: Estupidez que resulta ser cierta

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Si crees que los Dioses griegos no existen, fantástico, sigue creyendo en eso.

Pero si crees que estos Dioses —y todo lo que ellos conllevan— sí existen... Mejor miéntete a tí mismo y busca algo más que hacer.

Me llamo Dazai Osamu. Tengo 15 años y soy huérfano. Si quieren una descripción física mía, les digo que tengo el cabello y ojos castaño, tengo la piel bastante pálida (casi enfermiza), mido 1.55 (ya me voy a pegar un estirón, no se preocupen) y uso muchas vendas. Muchas. En las piernas, los brazos, el cuello y hasta un poco en el pecho. No pregunten porqué.

Vivo con mi tía materna en un lugar del mundo bajo de Brooklyn. No morimos de hambre, pero con mis cambios de escuela constante, digamos que no nos sobra mucho dinero.

Hasta hoy, tuve la vida más trágica, solitaria y aburrida que podrás leer nunca. El 6 de junio fue cuando lo supe todo. Mi vida dió un giro gigante y permanente —pero no te emociones tanto, sigue siendo trágica—.

— ¡Dazai! A comer. —escuché los pasos de mi tía acercarse a mi habitación. Por como pisaba, podía darme cuenta que estaba algo irritada.

Para que se la imagen: ella tiene mis mismos colores en el cabello, ojos y piel (solo que la de ella sí se ve saludable). No mide más de 1.70 y usa siempre faldas que le llegan a las rodillas junto a blusas blancas o de colores claros. Muy distinta a mí en estilo, la verdad. Suele ser muy irritante y testaruda —aunque jamás le digas eso. Ya lo intenté y no salió muy lindo, que digamos—.

Tal vez mi tía me grita porque me quedé sentado en el borde de la cama mirando un punto fijo sin hacer nada, y me llamó tantas veces que ya se hartó de mí por el día. No eran ni las dos de la tarde. Nuevo récord personal.

— Ya voy —le respondí con el mejor ánimo que pude. O sea, uno terrible.

Por si no se dieron cuenta, no me gusta mi vida —y decir "no me gusta" es poco—. No solo porque es extremadamente aburrida, sino porque llega a hacer trágica-cómica. Como mi personalidad, según mi tía.

Mi madre falleció al tenerme y jamás conocí a mi padre. La hermana gemela de quién me parió me ha cuidado desde entonces. Con cuidar me refiero a alimentarme, darme un techo y —si es que alcanza— pagarme una educación. Prácticamente, sólo lo básico. No me quejo, es más que suficiente, ya que nuestras personalidades y maneras de pensar suelen chocar, creando peleas para nada divertidas. Aunque aun así la quiero (nunca le digan).

No entiendo porqué no me deja en alguna escuela pública donde no tiene que pagar ni un centavo. Me han echado de tantas escuelas privadas que ya no he podido entrar a ninguna nueva desde diciembre del año pasado.

Tuve una pequeña discusión con mi ex-profesora de cálculo y tal vez
—sólo tal vez— se me escapó el hecho que se andaba calenturiando constantemente con el profesor de literatura (el amorío entre docentes estaba estrictamente prohibido según el reglamento) en el horario de clase y recesos. Además, de que robó grandes cantidades de dinero de las matrículas escolares para beneficios propios. No me pregunten cómo supe.

También, puede que se me haya escapado frente a toda la clase.

Y más tarde, frente al director.

Bueno, ese no es el punto. La cuestión aquí es que la señora de pacotilla decidió hacerme la vida imposible y —luego de culparme por cosas que claramente hice, pero negué ya que no habían pruebas— me echaron de esa escuela. Como buen chisme, pasó todo mi curriculum de travesuras del casi año en ese colegio y anteriores y ya no me aceptan en ninguna escuela privada de la zona.

Una pena.

Ya en la cocina/comedor/living
—el departamento es pequeño, ¿okey?— podía observar la asquerosa sustancia que se encontraba en mi plato. Nuggets de pollo en forma de perros.

Hijos de Divinidades || SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora