006: Mori confirma las sospechas

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La puerta de la cabaña 7 se abrió al fin, dejando ver a Paul Verlaine salir.

— Dazai, sigues aquí. —me miró sorprendido.

— No tengo otra parte a dónde ir —hablé y me encogí de hombros, restándole importancia. Me sonrió y se despidió.

— Te veo en clases.

Me despedí del rubio con un gesto de mi mano y me acomodé mejor en el sillón colgante, dejando mi mochila en mis piernas.

Ya llevaba no sé cuánto tiempo esperando que un Chibi con manos de secador saliera por la puerta o que alguien que conozca —Atsushi o alguien de la cabaña de Hermes— salga de sus cabañas. Pero a la única persona que vi salir fue un chico rubio con lentes, que salió de la cabaña de Atenea a las 6:00 AM justas, en el momento exacto en que el cuerno de los sátiros se escuchó por todo el campamento. Caminaba tan recto que parecía robótico.

Como la cabaña 6 está al otro lado, no lo vi muy detallado, pero con solo observar su caminata y la hora en la que salió, sé que es de esos chicos súper responsables que hacen todo con alarmas o con tiempos específicos. Terrorífico, la verdad.

Ahora —ya pasadas las seis de la mañana—, salían muchos mestizos de sus cabañas, pero no todos salían del sector de estas mismas. Algunos se quedaban en la fuente y comían frutas que quién sabe cómo las obtuvieron, y otros iban a buscar a sus amigos a otras cabañas.

En todo este rato esperando, hasta el hermano —con el peor nombre— de Chuuya, salió de la cabaña.

Cuando me divisó, soltó una risilla.

— Tienes para rato esperándolo. —abrió la puerta de nuevo— ¡Chuuuuuya, te buscaaan!

— ¡¿Quién?! —su voz se escuchaba lejana, tal vez estaba en el baño.

— ¡No sé, ni me importa! —gritó— ¡Sal rápidoo!

Cerró la puerta de un portazo y se despidió de mí con la mano. Le devolví el gesto.

Unos cuantos minutos después —ya son las 6:30 AM— la puerta se abrió, dejando salir una estela de un shampoo de manzanilla. Chuuya salió de la cabaña y ni siquiera se percató de mí hasta que cerró la puerta.

— ¡Mierda! —gritó al verme— ¡Casi me matas del susto!

— Ojalá —bromeé bajándome del sillón.

— ¿Me estuviste esperando todo este rato? —Chuuya se había bañado, perfumado y arreglado el cabello. Su piel se veía brillante, probablemente por cremas y esas cosas... ya veo porqué tarda tanto.

— No —mentí—. Sólo estuve aquí, cómodo en tus asientos. —sonreí falsamente y vi como Chuuya rodaba los ojos.

— ¿Desayunaste si quiera?

— Sip —respondí—, me comí un sándwich de ayer. —abrí mi mochila y saqué uno— ¿Quieres, Chibi?

— ¿Tiene veneno?

— Me encantaría —hablé con un puchero infantil en mis labios—, pero no.

— Ja ja. —rodó los ojos y me arrebató el sándwich de mis manos.

Salió de la entrada de su cabaña y lo seguí, unos pasos más atrás.

— ¿Qué clases tienes hoy? —le pregunté luego de que saliéramos del área de las cabañas.

— Arquería —numeró con sus dedos—. Espada. —comió un trozo del sándwich— Curación. —se limpió la boca llena de migas y restos de mantequilla con el dorso de su mano— Y algo más... pero no lo logro recordar.

Hijos de Divinidades || SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora