Bueno, la noche transcurrió así: borrachos por todas partes; ruidos obscenos provenientes de las habitaciones de la cabaña 12, los cuales eran un tanto opacados por la música a todo volumen; los vasos con diferentes alcoholes manchaban todo y a todos (que bueno no eran de vidrio); el trío dinámico les restregaron a todos los otros mestizos su victoria; y demás cosas que suceden en las fiestas.
En la batalla entre Arthur y Lovecraft terminó ganando el varado de Hermes, haciendo que las finales fueran Paul, Chuuya y Arthur. Al ser dos de ellos del mismo equipo, Chu dio el pase a su hermano (ya que el mayor le rogó, básicamente) para luchar contra el pelinegro. En esa batalla (que al parecer habían ambos ocupado el coqueteo como un arma), fue el rubio el ganador, al haber estado previamente cansado su oponente.
La gloria los rebasó, la alegría igualmente. Obtuvieron más tiempo sin tareas (que ocuparán cuando necesiten, ya sea este año o el próximo), pero sobretodo el honor de ganar una batalla.
Los de Deméter les hicieron coronas de plantas (aseguraron que, esta vez, no tenían bichos), los de Afrodita les dieron un buen rato a bastantes participantes (Albatross, Pianoman y otros) y los del trío de mierda tuvieron que gritar que su equipo era una basura y que el dinámico era simplemente superior. A regañadientes lo terminaron haciendo, así que, además, obtuvieron la humillación de sus oponentes.
El baboso y yo despertamos gracias al sonoro cuerno de los sátiros, que indicó que eran las seis de la mañana. En unas cuantas horas sale el bus que lleva a todos los mestizos a sus respectivas casas, y yo no pienso irme de este lugar sin tener una reunión con Mori.
Llegué a la Casa Central y ahí estaba el profesor, esperando con sus brazos cruzados y apoyado en el marco de la puerta, como si ya sabía que iba a pedirle una conferencia para plasmarle todas mis dudas y obtener la información que tanto quiero.
— Hola, Dazai —me saludó con una sonrisa de lado. Abrió la gigantesca puerta y se dio la vuelta, entrando por ella. No esperó mi respuesta, porque sabe que entré junto a él.
Pasamos por diferentes lugares hasta llegar a su oficina (en la puerta dice "Jefe de Actividades del Campamento").
— Entonces, —se sentó en la silla típica de director, como cuando hiciste algo que no debías y ahora te van a decir que te suspenden por una cantidad de días— ¿qué es lo que tanto quieres saber?
— Los otros dos mestizos, ¿qué sabes sobre ellos? —sus ojos se abrieron un poco, dejándonos a los dos un tanto asombrados. Él por lo directo que fui, y yo porque no creí que ese viejo podía sorprenderse.
— Directo al punto —rió un poco, juntando sus manos—. Hay profecías, no solo la de ustedes cuatro juntos.
— ¿De qué tratan?
— No puedo decirte eso —frunció el ceño un poco—, pero puedo, quizás, decirte un par de apodos...
— Soy todo oídos —sonreí para mis adentros, contento por saber.
— El hijo perdido —curvó un poco sus labios—. Aquel lleva un tiempo rondando por las calles del mundo ordinario, lo que lo ha vuelto un tanto problemático para tus tíos. —así que Zeus y Poseidón están en conflicto. Suena irreal, a pesar de que sé que existen y andan por ahí haciendo quién sabe qué— Tu padre, como siempre, no se entromete en estos asuntos, menos cuando hay posibilidades de guerra.
— ¿Guerra? —solté enseguida.
— Pues sí, ¿qué esperabas? —ladeó la cabeza— Siempre que hay conflicto en esa familia, lo resuelven a través de la guerra y las traiciones. La última sucedió hace bastantes décadas atrás, pero para los Dioses eso no es nada. Un grano de arena en sus largas vidas. —y aburridas, al parecer— Así que... eso puede indicar, también, que ciertos Dioses quieran que suceda esta guerra.
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Hijos de Divinidades || Soukoku
LosoweDazai Osamu es un chico de 15 años que, un día tan aburrido como cualquier otro, se enteró de su verdadera naturaleza. Él es un semidiós. Con los años, vivirá en carne propia una profecía que, dependiendo de sus acciones y las de sus seres queridos...