La habitación estaba silenciosa. Solo se escuchaba la respiración lenta de Chuuya, la mía y el viento cuando chocaba con las hojas de los árboles.
El enano seguía durmiendo —aún falta para la cena, por lo que dejaré que duerma un rato más—. Su cabeza estaba en mi pecho y, al igual que antes, me tenía completamente atrapado con sus brazos y piernas. De vez en cuando, cedía a mis impulsos y le acariciaba el pelo. Descubrí que es extremadamente suave.
No he vuelto a dormir, pero este rato me ha ayudado a descansar bastante. Luego de las tantas cosas que han pasado, necesitaba un respiro.
Estoy desde la clase de alfarería pensando en si quedarme o no el resto del año. Sé que si le pregunto a mi tía me dirá que la decisión dependerá de mí, por lo que hablar con ella no ayudaría demasiado.
Pero aun así, quiero hacerlo.
Metí mi mano en mis bolsillos y saqué un dracma de allí. Realicé la oración para poder tener un mensaje Iris y, mientras la imagen cargaba, tapé la cabeza de Chuuya con las sábanas.
Vi a mi tía viendo la televisión en su habitación. No sé qué estarán dando, porque yo solo tenía la vista de ella, pero noté que estaba inmersa en el programa.
— Hola, tía —saludé bajito. Ella pegó un salto en su cama.
— ¡Dazai! —exclamó—. Me vas a dar un paro cardíaco algún día.
— Shh. —le mostré a Chuuya bajo las sábanas. Ella por inercia se tapó la boca, pero vi como sonreía detrás de su mano— ¿Cómo has estado?
— Normal —murmuró—. No han pasado tantas cosas, la verdad. ¿Y tú? ¿Cómo estás?
Le expliqué todo lo que había pasado desde la última vez la llamé. Cuando le conté sobre que casi me chupa el alma un ser rarito, frunció el ceño completamente.
— Dazai... —susurró—. Que horrible. Que bueno tu amigo te ayudo... Tienes que contarle a algún profesor.
— Lo sé —hablé—. Luego les digo. —aquí viene la pregunta— Tía, ¿podría quedarme todo el año aquí? —eso la agarró desprevenida.
— Bueno... ¿quieres tú hacerlo?
— No lo sé —constesté—. Tengo que pensarlo bien. Por un lado, me ayuda con el entrenamiento en demasía. Pero por otro...
— No nos veríamos.
— Me quiero quedar, pero tampoco quiero dejarte allá sola —expliqué.
Me ahorré el "has hecho tanto por mí que probablemente me sienta culpable si me voy".— Pero aquí no tienes vida, Dazai —me dijo—. Te encontré un colegio, pero aun así- —fruncí el ceño.
— ¿Me encontraste un colegio? —la interrumpí.
— Sí. Es un poco lejos, pero es muy bueno —murmuró—. Te aceptaron al segundo cuando vieron tus notas.
— Bueno, mínimo si voy tengo algo que hacer más allá de molestarte. —ambos reímos por lo bajo.
— No te presiones, Dazai —me indicó—. Tienes muchas semanas por delante. Enfócate en eso y luego en sí volver o no.
— Okey... —me arreglé el pelo— Creo ya sé cómo le voy a hacer.
— Siempre tan adelantado. —rodó los ojos— Piénsalo con calma. —hizo una pausa— Quiero enviarte ropa dentro de lo que queda de semana, así que estate atento. —le sonreí un poco.
— Ya luego le pregunto a Chuuya cómo se retiran los paquetes por aquí.
— Y más te vale explicarme después —habló—. Dale las gracias de mi parte a tu amigo. Si no fuera por él... puede ni estaríamos hablando ahora.
ESTÁS LEYENDO
Hijos de Divinidades || Soukoku
RandomDazai Osamu es un chico de 15 años que, un día tan aburrido como cualquier otro, se enteró de su verdadera naturaleza. Él es un semidiós. Con los años, vivirá en carne propia una profecía que, dependiendo de sus acciones y las de sus seres queridos...