025: Bajo la luz de la luna

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Perfectamente podríamos haber salido por la puerta principal, como cualquier otro mestizo haría —y ya ha hecho— para salir de ese martirio, por la música a tal alto volumen.

Sin embargo, eso sonaba aburrido, y Chuuya y yo...

No somos aburridos.

Entre pasos de bailes bastante divertidos de realizar —puede que no tanto de ver, pero ¿qué más da?—, nos adentramos a una habitación de la cabaña.

— Se supone que yo no me tengo que ir hasta la medianoche —me susurró, casi riendo.

— No van a saber que te fuiste —aseguré, con una sonrisa ladina—. Confía en mí.

Con sus labios curvados, asintió.

Tomé su mano y busqué por el lugar la parte más oscura que hubiera.

Con la mirada, vi que la sombra más fusca que había, era la de detrás de un librero.

El espacio era bastante delgado —un centímetro entre la pared y el mueble, aproximadamente—, por lo que Chibi me miró confundido.

— No cabemos allí, Dazai.

— Tranquilizate, baboso —le dije, haciendo un movimiento con la mano de despreocupación—. El mundo de las sombras es muy distinto a este.

— Ajá. —pareció pensarlo un poco, frunciendo sus labios— Apresúrate, entonces. —su expresión parecía algo enojada, pero su voz tenía un tono de pura diversión. Por ello, sonreí para mis adentros.

Con los dedos de mi mano toqué la sombra y, empezando a caminar más cerca, nos adentramos; era casi como si nos succionara.

Ya dentro, todo se sentía bastante diferente. Con solo quererlo —y casi sin pensarlo, era automático—, la velocidad con la que me movía era un tanto más rápida a la normal. Pasamos por cada espacio con sombra que había en la habitación, hasta llegar al pasillo —este estaba más iluminado, por lo que costaba un poco más pasar por él—.

Cuando llegamos a la sala central, con todos bailando y la música escuchándose de lejos —porque puedo controlar aquello y, obviamente, lo preferí de esa manera—, quedamos bajo las mesas, justo al lado del dúo sospechoso del campamento.

— ¿Vamos a otra parte? —le preguntó Sugimoto a la chica. Su tono tenía una doble intención demasiado obvia.

Ese hombre le terminó gustando el efecto de esa poción.

La castaña, tomando su mano, lo dirigió hacia una de las habitaciones.

— Van a follar —aseguró Chuuya, detrás mío. Asentí ante ello, era lo más probable.

Seguí caminando, ahora fuera de la cabaña. Gracias a que la luna estaba en el cielo y no el sol, las negruras que habían eran muchísimas, siendo más fácil y fluido el camino que realizábamos.

Había pensado que podríamos salir y caminar por el sector, antes de ir a mi cabaña, sin embargo, Hirotsu estaba rondando por el lugar.

— ¿Vamos directo a mi cabaña? —pregunté.

— O... —sonrió—, podríamos ir a otra parte del campamento.

— ¿A dónde quieres ir, enano?

— No me digas así, imbécil —me cortó enseguida—. No lo sé, a cualquier parte. —se encogió de hombros— El puño de Zeus, el comedor, la casa del árbol... cualquier lugar está bien.

— Cualquier lugar... —repetí en un murmullo, pensando dónde podríamos ir.

(•••)

Hijos de Divinidades || SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora