Forever |Raura||Adaptada|

Capítulo XXIII

Sus labios me besaban y yo estaba algo cansada, aturdida, pero expuesta ante él y eso no me agradaba, pero sus labios tan esculturales y perfectos movían mi mundo y me agitaban completamente, escuchaba cómo los coches pasaban por la calle mientras que nosotros estábamos en nuestra burbuja. Por un momento...le devolví el beso, pero no pensaba que estaba haciendo, estaba absorta del mundo exterior. No veía lo que hacía. Sólo deseaba que... ese beso se detuviera. No tenía la fuerza suficiente para detenerlo, pero tampoco tenía la fuerza para seguir, creía que mi rascacielos se derrumbaba, luego vi hermosos colores por todos lados en la ciudad, y tenía la necesidad de tomar su cabello con mis manos, pero eso me debilitaría y me vería cómo una persona sin la capacidad suficiente para aguantar un beso del que te quieres resistir.

Quería dejarlo, pero quería seguir, y era completamente extraño, hacía movimientos lentos pero muy incitantes, me estaba incitando a seguir, a no dejarle, pero por más que intentara dejar nuestra burbuja no podía hacer más que cerrar los ojos y esperar a que terminara, pero, ¿por qué le estaba yo devolviendo ese beso?, en un momento para otro me detuve... No sé cómo tuve el valor para hacerlo, pero finalmente lo hice y bajé mi cabeza, vi nuestras manos juntas y las zafé de las suyas colocándolas en mi espalda, para que no volviera a tener ningun acercamiento a mi de nuevo, le miré de soslayo, estaba completamente extraña, me sentía incómoda, y no sabía que hacer para romper la burbuja, sentía... tensión. Sentía fuerzas que nos entrelazaban, sentía cargas electricas entre nosotros dos y un millón de voces en mi cabeza que me decían que debía perdonarle, pero no. No podría perdonarle si seguiría haciendo lo que había hecho conmigo siempre: ignorarme. No podría perdonar a alguien que sólo me utilizó... Realmente no me considero una basura. Pero tampoco me considero una modelo, no me considero una persona que merezca de otra, pero, eso lo decido yo y veo que hago con mi vida, o si sigo o... o si no hago nada, será mi problema, ya debería irme de aquí, pero por una extraña razón no puedo avanzar, ni hacerme hacia atrás, no puedo mirarlo a los ojos, y tampoco puedo gritarle por haberme besado. Si le fuera a gritar no sabría que decirle, no podría decirle que se fuera... Miré la calle, estaba incómoda, ¿qué debía hacer...?

Ross:Laura...- escuché decirle mi nombre y me di media vuelta para enfrentarlo, tenía miedo de lo que hiciera ahora o volviera a hacer, tocó mi brazo y bajó hasta chocar con mi mano y rozó mi palma, me envolvió de un estremecimiento. -Yo, quiero...

Laura:Sé que es lo que quieres, pero yo no puedo darte lo que tu quieres... ya está.

Ross:¿desde cuando te volviste tan fría, eh?, No recibes mis mensajes, no los lees, me evitas, mis llamadas, mensajes, todo... me arrebataste a la persona que amo.

Laura:tú la perdiste sólo.

Ross:No, no lo hice, ella me odia... y aún no entiendo por qué -¡No puedo creer lo imbécil que puede llegar a ser una persona!, lo miré a los ojos convertida una furia. Luego negué con la cabeza, no me permitiría darle una buena bofetada en la mejilla y voltearle la cabeza para hacer que se despabilara y entendiera que es lo que está pasando y el por qué del que estoy molesta con él. Miré hacia la calle otra vez y mi corazón latió con fuerza, ¿podría correr desde aquí, pasar por los arbustos de la plaza, los arboles sin tropezar, sin detenerme y sin mirar atrás?, ¿podría llegar a casa de esa manera sin que Ross me siguiera y preguntara por qué escapo y lo evito?, ¿podría hacer algo sin mis lentes?, no veía absolutamente claro, pero tampoco veía tan terrible, al menos veía manchas que tomaban su forma cuando me acercaba, y a Ross no quería ver.

Laura:Hagamos una cosa... -le dispuse tratando de hacerle notar que estaba completamente tranquila, pero mi voz quebrada me delataba completamente. Él me miró con ojos esperanzadores.

Ross:Lo que sea... -Solté mis manos de las suyas dejando que el frío traspasara y llegara a todo mi cuerpo en unos segundos, sin su tacto todo era frío y sin color.