Forever |Raura||Adaptada|

Capítulo XXXVIII

Llegué a casa dando saltos de alegría, Ross me había dejado en el taxi, era tan lindo... suspiré otra vez, di otro brinco, otro y otro subiendo las escaleritas que me subían hasta la puerta de mi casa, saqué las llaves de mi bolso y abrí la puerta, comencé a tararear una canción inventada recién y me quedó gustando el tono que tomó, cerré la puerta y entré a la casa, mamá estaba en el sillón con una manta encima de sus piernas, algo me decía que estaba algo molesta, su rostro me lo demostraba, tenía los brazos cruzados encima de la manta y me estaba mirando con frialdad.

Ellen:¿Así que ese tal chico resultó ser mala influencia para tí, que ahora tienes que andarte... -dijo levantándose y dejando la manta a un lado -escapando del camino de la escuela a tu casa para encontrarte en el parque con tu noviecito y dándose besos? -Dios, esto es peor de lo que pensé.

Laura:Mamá, sólo fuimos al parque, le debía una a Ross, mañana es el partido y me necesita ahí... -diablos, ¡no debí haberle soltado eso!

Ellen:Pues señorita, estarás castigada, nada de pijamadas ni partidos -¡¿Qué?!, No, no, no, no...

Laura:Mamá, ¡no puedes decirme qué hacer! -por favor, que me deje ir al partido, no puedo defraudarle.

Ellen:Soy tu madre y tengo todo el derecho para decirte qué hacer y qué no hacer, y lo primero que harás será hacer tu cama, ordenar tus cosas y preparárte, el profesor Daniel Smith te ha estado esperando y preguntó por ti -Lo sé, me lo había dicho por teléfono, no tenía que decirmelo otra vez, espero que el profesor no me heche tal bronca y sermón como mamá, por que creo que voy a ponerme a llorar.

Laura:Pero es que mamá... -traté de hablar, pero mamá me miró con ojos fulminantes, estaba completamente enojada.

Ellen:nada de "pero", te vas a tu habitación ahora mismo -Quería protestar otra vez, pero no tuve las palabras y lo que intenté decirle se disolvió en el aire, así que enojada, me encogí de hombros con los puños apretadísimos y caminé arriba -¡Y Nada de teléfono celular, ni computadora, ni tableta jovencita! -Me da igual, tengo mi habitación, tengo la paz en ese lugar tan gigantesco. Estoy sola ahí y es mejor que estar con mamá.

Entré enojadísima a mi habitación cerrando la puerta de un portazo y me entró el pánico, mamá podría subir y darme una buena tandada por eso, así que cerré con pestillo, caminé hacia atrás mirando la puerta esperando que ella no subiera y me viniera a golpear, así que suspiré en cuanto no escuché nada, llegué hasta mi cama y me senté, me crucé de brazos, miré mi lámpara en el escritorio. Bajé la mirada y vi el libro "Romeo & Julieta" de William Shakespeare y me lancé hacia atrás en mi cama desordenada.

Los momentos que pasamos Ross y yo de nuevo pasaron por mi mente, ahora recordaba cada vez más y más cosas que nos unían, que nos habían unido y eran especiales, cada momento, cada beso y abrazo era especial. Me dio un fuerte dolor en el pecho, era como si mi corazón quisiera salirse, no era primera vez que me pasaba acordándome de él, osea de Ross, pero era extraño que me pasara... me levanté de la cama y la hice con mucha rabia que tenía hacia mamá, la terminé y volví a pensar en Ross en cuanto me acosté en ella.

Miré el teclado, estaba enojada, no querría tocar nada por que si no quizá me desquite con las pobres teclas. Me levanté sin ganas de nada y fui a la ventana, la cerré fuerte y hasta ahora noté que me estaba mordiendo, pero no el labio, si no que dentro de mi boca, y me dolía, pero me satisfacía, sé que es loco e idiota, pero es la verdad, en momento dificiles, donde tengo miedo, rabia, nerviosismo, cuando contengo emoción o cuando estoy ansiosa por algo siempre me muerdo.

Mi boca por dentro debe de estar muy mal, pasé mi lengua, siento caliente, pero nada más, no siento como si tuviera hinchado o algo peor, lamí mi labio inferior y me senté en el alféizar de mi ventana, miré mi cama, mi escritorio, la lámpara, el libro, mi armario al otro lado de la habitación y suspiré. Me quedé pegada en un punto fijo, había un papel en el suelo, ¿mío?, que extraño, jamás había botado nada.