Capítulo 4

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—¿Q-qué?

Se pone nervioso de repente. La pregunta de Akaashi lo ha descolocado por completo y no sabe cómo empezar a explicar todo lo que siente por él. ¿¡Por dónde debería empezar!? Se frustra consigo mismo, sorprendiéndose, a su vez, porque es la primera vez que alguien lo deja sin saber qué decir. Que alguien le deja la mente en blanco tan fácil como Akaashi.

¿Debería decirle que le gusta por su físico primero o primero por su increíble forma de ser? No sabe por dónde empezar y balbucea, sintiendo el reloj hacer tic-tac en su cabeza. La mirada seria pero notablemente preocupada de Akaashi solo lo hace entrar más en pánico.

Y ni hablar del pelinegro, quien se arrepiente completamente de lo que acaba de preguntar.

—¿Sabe qué, Bokuto-san? Mejor olvide esto.

Niega, avergonzado y dando un paso para comenzar a caminar. Bokuto niega rápido y toma su muñeca libre.

—¡No, Akaashi, espera! —exclama desesperándose todavía más—. ¡Déjame explicarte!

—Bokuto-san, no quería incomodarlo.

—¡No es eso, tonto! ¡Ay, lo siento por el insulto! —Niega, apretando un poco más su muñeca—. ¡Pero es que no sé por dónde empezar!

—¿Q-qué?

—¡Akaashi! —exclama, tirando de él hasta un banco. Lo obliga a sentarse y deja su café a su lado—. ¡Akaashi, no es que no sepa qué responder, sino es que no sé cómo decirte todo lo que siento!

—Bokuto-san...

—¡Tú- tú me gustas mucho! —Alza sus brazos, gritando. Akaashi se avergüenza todavía más—. ¡Y no sé por qué tanto, no sé si es porque eres hermoso físicamente o porque también mentalmente!

Simplemente no se esperaba eso. Tampoco el rostro sonrojado de Bokuto y su desesperación por querer explicarle todo.

—¡Me gustas muchísimo, Akaashi! ¡Pero no sé cómo explicarte todo exactamente porque es difícil! —Sigue exclamando—. ¡Pero puedo decirte que terminé de enamorarme completamente de ti cuando te vi patinar, porque lo haces hermoso! ¡Eres increíble!

Parpadea sorprendiéndose.

Simplemente no sabe qué pensar. Bokuto se ve realmente bonito así.

Aprieta sus labios y asiente, pensando qué hacer.

—Bokuto-san, ¿quisiera ir patinar conmigo?

El mayor cierra su boca y lo mira sonrojándose hasta las orejas. Asiente muchas veces y Akaashi se levanta dando un respiro, entregándole el café.

—Vamos, entonces.

Bokuto quiere quejarse de su reacción a su confesión, pero solamente camina a su lado en silencio, intentando procesar que esta es la cuarta o quinta vez (ya no lo sabe muy bien) que se confieza al menor. Aún así, no le molesta, es lindo recordarle por qué lo ama... Aunque debería practicar más sus palabras para la próxima vez.

Cuando llegan al lugar donde Akaashi entrena, Bokuto se siente especialmente ansioso. Tira los vasos de café en el basurero mientras Akaashi se pone sus patines, pensando que en serio lo va a hacer patinar.

—Bokuto-san, ahí tienes otros. Seguro son de tu talle.

—¿E-eh? ¿Yo?

Pregunta observando los patines al lado de Akaashi. Este asiente, terminando de atarlos.

—Sí. Patinará conmigo.

Y Bokuto hace caso sin pensarlo, sintiéndose más tonto de lo que suele hacerlo. Se sienta y quiere llorar cuando los patines le quedan justos. Esto es mala suerte, ¿qué acaso Akaashi no sabe de que puede caerse y romperse el cuello?

The cold in your eyes | BokuakaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora