Epílogo

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Los golpes en la cancha y los gritos eufóricos del público. La música sonando en todo el estadio con saltos que cortan el hielo.

Dos contrastes televisivos que se concentran en dos canales distintos de la televisión.

El tiempo ha pasado. Akaashi patina con una sonrisa en su rostro y Reyna aplaude en un costado, observando a su estrella moverse y bailar prolija y perfectamente. Se ve hermoso en su traje negro y brillante, moviéndose en la pista con toda la tranquilidad del mundo, demostrando que ese es su segundo hogar. Que él sabe lo que está haciendo y todo lo que se ha esforzado para llegar hasta ahí.

Y la persona que lo contrasta, grita puntos con su equipo abrazándolo. Distrayéndose por un segundo al pensar cómo le está yendo al amor de su vida en Rusia mientras él está en Japón.

No tarda mucho para enterarse. Su partido termina y mientras festeja adentro de la cancha, su hijo mayor, Akiro, corre hacia él con una sonrisa.

—¡Papá Keiji también ganó, papi!

Y los gritos de su equipo ahora son más eufóricos. Bokuto lleva a todos sus hijos ahí, dejando que sus compañeros los alcen para festejar las dos victorias. Después de todo, realmente adoptaron cinco niños y ey, es un poco estresante tener tres niñas y dos varones, pero sobreviven.

Como Akaashi está en Rusia, él debe quedarse con los niños por los temas de la escuela. Ayaka, su madre, que ya está vieja, incluso se queda con él para cuidarlos porque su hijo se estresa. Se turnan para llevarlos a la escuela y quienes vuelven con ellos son Kazumi, con veinte años y Kazue, con dieciocho.

—¡Bokuto, Bokuto, ¿qué se siente saber que su esposo, Akaashi Keiji, también ganó la medalla de oro?!

Un periodista le pregunta. Hana, su hija menor, que está en sus brazos aplaude al escuchar la victoria de su padre.

—¡Es increíble! Si ve esto, díganle que lo amo.

—¡Akaashi, Akaashi, su marido también ganó!

—¡Lo sé! —Exclama feliz en la otra parte del mundo—. ¡Estoy muy orgulloso de él! Entrenó mucho para este momento, así que espero que lo disfrute.

Dice alzando la voz para hablar con el periodista, intentando no quedarse ciego con las cámaras. En la otra parte del mundo, Akaashi sonríe con un ramo de flores en sus brazos y la medalla de oro colgando de su cuello.

—¡Tenemos conexión directa con él, así que puedes hablarle!

Los ojos de Akaashi brillan cuando le dan un auricular. Se lo pone rápidamente y mira al teléfono donde el rostro de su marido aparece igual que él.

—¡Kotaro!

—¡Keiji, ganaste!

—¡Tú también! ¡Felicidades!

—¡Felicidades a ti, te lo merecías!

—¡Sí, papi! —Hana exclama sonriéndole a la cámara.

—¡Estaré en casa pronto!

—¡Te esperamos, mi vida!

Obviamente la llamada es corta.

Pero eso no importa realmente, porque Akaashi piensa que mientras se sube al podio, Bokuto lo espera en casa con su familia. No puede esperar a llegar y abrazar a sus hijos para después besarlo a él. Extraña tanto a todos...

Cuando la cámara enfoca a la pareja en diferentes contextos, los dos hacen lo mismo: Pretenden morder la medalla y luego besan su anillo dorado de casados. Es la manera de decirse que se aman cuando están realmente separados.

Y no hace falta que Bokuto vea a Akaashi para saber que el amor de su vida, ya después de tanto tiempo, ha encontrado la calidez que tanto buscaba darle.

The cold in your eyes | BokuakaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora