Capítulo 3

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—¡Lamento la interrupción, Miyotaro-san!

Akaashi tapa su rostro cuando Bokuto entra a su salón. Lo va a matar, no hay otra opción.

No es como si le cayera mal el As de Fukurodani, pero lo desespera su simple forma de ser. Sus personalidades contrastan tanto que él no podría tener una conversación normal con Bokuto; hay tanta energía en su voz que lo cansa.

Y el hecho de que ahora sabe que le gusta, hace que se sienta más incómodo con él. Si antes no sabía qué decirle (Hace dos días, cuando se conocieron), ahora menos desde que se confesó por segunda vez. La sala de computación ha sido testigo del amor del chico hacia él y Akaashi sigue sin saber cómo reaccionar más que con indiferencia.

¡Y no es como si lo hiciera a propósito! Solamente es la primera vez que alguien tiene el descaro de decirle que le gusta. Y que ese alguien sea Bokuto, es un simple plus a la situación, exasperándolo más.

A lo que Akaashi quiere llegar es que muchas cosas le han pasado en tres días y él no sabe cómo responder ante tanto.

—¿Qué pasa, Bokuto?

El profesor de economía lo mira cansado. Akaashi deduce que es porque ya lo conoce... como todos en la escuela.

Su rostro todavía está escondido entre sus manos, ya sintiendo sus orejas arder porque es obvio que el chico está ahí por él.

—¡Necesito decirle algo a su alumno, Akaashi Keiji!

Lentamente alza la mirada, dándose cuenta que todos sus compañeros tienen sus ojos puestos en él. Y también Bokuto, quien luce sonrojado. Ay no...

—¡Akaashi, por favor, sal conmigo!

Exclama, haciendo una reverencia. Akaashi arde todavía más.

Y no puede decirle que no.

Todos los están mirando: él quedaría como si fuera una mierda de persona y ni hablar de la vergüenza que pasaría Bokuto. Así que decidió tomar un gran respiro y apretar sus labios pensando que tiene que mentir.

Los ojos del mayor brillan sobre los de él. Son tan dorados y atentos que lo hacen querer suspirar.

—¿Akaashi?

—Yo... acepto, Bokuto-san.

Sus ojos brillan y se levanta, comenzando a sonreír de oreja a oreja con su pecho inflándose de orgullo. Akaashi muerde su labio inferior y clava sus uñas en sus muslos, avergonzado.

—¡Akaashi, eres el mejor!

Dice y luego aprieta sus labios, intentando ocultar esa sonrisa de tonto enamorado. El pelinegro solo asiente y Bokuto mira al profesor.

—¡Muchas gracias, Miyotaro-san! —exclama—. ¡Ya puede seguir con su clase, que tenga un buen día!

Se da vuelta y sale del salón casi corriendo, no sin antes dedicarle una de sus brillantes miradas a Akaashi.

Y cuando se va del salón, el pelinegro se hunde en su silla.

En serio va a matar a Bokuto.

Entonces espera hasta el receso para buscarlo. Este está en la cafetería, conversando con sus amigos. Y Akaashi se pone nervioso al acercarse tanto a un grupo de gente ruidosa, pero los intenta ignorar para centrar toda su atención en Bokuto.

—¡Akaashi!

—Bokuto-san, me gustaría hablar contigo... —Y ante la mirada de todos, Akaashi agrega—: En privado.

—Ah, sí. ¡Seguro!

Se levanta torpemente.

—¡Ya vuelvo, chicos!

Akaashi lo mira de reojo irse con él. ¿En serio Bokuto es tan alegre o es solo una máscara? No le entra en la cabeza la extraña personalidad del chico...

Cuando llegan a los pasillos, Akaashi se asegura de que nadie los vea y toma las muñecas de Bokuto, preparándose para decirle la verdad. Es desinteresado a su manera, pero no puede evitar ponerse triste al pensar en quitarle la sonrisa radiante al mayor.

Y Bokuto lo mira curioso, con esos ojos molestamente brillantes y su mirada que le dice que todo está bien, que hay tranquilidad. Que lo calma. ¡Es demasiado molesto! Y Akaashi se irrita.

—Escuche, Bokuto-san. Acepté que me invitara a salir porque sentía mucha presión y no quería que quedara en vergüenza.

Suelta todo, luciendo tan serio como siempre. Bokuto parpadea y ladea su cabeza suavemente, sonriendo de lado.

—Akaashi, era obvio.

Un escalofrío recorre su espalda al verlo sonreírle de esa manera. El As de Fukurodani es atractivo, ¿por qué tiene que fijarse en él?

—Pero aceptaste igual. ¡No puedes cancelar ahora! —dice divertido, siendo veloz para tomar sus manos. Akaashi se sonroja involuntariamente—. ¡A parte será una buena tarde, ¿por qué rechazarme?!

El pelinegro suspira, soltándose del agarre. Bokuto mira a todos lados y luego vuelve a clavar sus ojos en él. Por alguna razón, Akaashi da un paso hacia atrás.

—Bokuto-san, ¿por qué quieres salir conmigo?

—¡Porque me gustas! —Responde obvio—. ¡Y quiero que tú también gustes de mí!

—Su sinceridad va a matarme...

Murmuró, bajando la mirada. Bokuto rió y palmeó su hombro.

—¡Nos vemos después de la escuela, Akaashi!

No es como si tomara como una tortura tener que estar con Bokuto Kotaro, pero Akaashi no lo conocía. Y la confianza que tenía el mayor era suficiente para los dos.

Saliendo de la escuela, con sus manos en sus bolsillos y su mirada apacible, piensa que sus personalidades contrastan mucho. Y que ya se siente cansado con solo conociéndolo hace tres días como máximo. Es increíble. Bokuto lo cansa.

Intenta no suspirar cuando lo encuentra esperándolo. Era obvio que estaría ahí, después de todo, saldrían juntos. El simple pensamiento de que el mayor piensa que tendrán una cita lo hace querer poner los ojos en blanco.

—¡Hola, Akaashi!

—Buenas tardes, Bokuto-san.

—¿Quieres saber a dónde iremos?

Por educación, dice que sí.

—¡Iremos a un parque donde venden café! Porque hace frío y me gusta. ¿A ti te gusta?

—¿Qué cosa?

—El café.

—Sí, Bokuto-san.

—¡Genial!

Caminando por la calle, Akaashi piensa que Bokuto es realmente apuesto. Y que tranquilamente podría tener a quien quisiera, ya que es el estereotipo de chico que le atrae a todo el mundo. Y aún así, teniendo aquel privilegio, ¡se fija en él!

¡Y es tonto! Akaashi no es popular y ni siquiera juega al voley, es el ser humano más aburrido del planeta tierra y Bokuto, si no se equivoca, ya le ha dicho que le gusta como diez veces en lo que llevan conociéndose.

Piensa que sería bueno darle una oportunidad. No es como si Bokuto le gustara, pero le da pena ver como el mayor se esfuerza por hablarle e intentar conseguir algo de él. Le gustaría poder ver hasta dónde llega el chico con él, así que no le importaría darle una chance, porque gustar de chicos no es un problema para él realmente, pero le da miedo que Bokuto salga lastimado por su forma de pensar.

Sacude su cabeza y lo mira. Bokuto está pidiendo los cafés mientras él está a unos pasos lejos de él, preguntándose si realmente vale la pena algo de lo que el mayor está haciendo. Se pregunta cuánto lo quiere y no duda en preguntarle lo mismo cuando el chico llega hacia él.

—Bokuto-san.

—¿Si, Akaashi?

—¿Por qué te gusto?

En realidad, no está feliz de la pregunta. Mucho menos seguro de sí mismo. Todo su interior tiembla y aprieta el café en sus manos por el terror de escuchar la respuesta, más con la indiferencia e inocencia para responder por parte de Bokuto.

The cold in your eyes | BokuakaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora