6 PM

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Se fue acercando lentamente hacia el, quería llegar sin que se diera cuenta, no quería asustarlo o algo así, así que camino lo más lento que pudo y sin hacer ninguna clase de ruido.

Cuando llegó a estar justo detrás de el, paró un momento antes de sentarse, iba a ser la segunda vez que se volvían a hablar desde ese día; la primera vez no salió muy bien, ya que en lugar de ese Lionel todo dulce y amable apareció un Lionel muy competitivo y lleno de ego.

Caminó dos exactos pasos para estar a un lado de el y se sentó, con la mirada al frente.

Sin siquiera voltear a verlo, Ochoa ya sabía quién era la persona que estaba a su lado, y presentía que se venían momentos incómodos, ya que, a pesar de que los reencuentros siempre son inolvidables y todo eso, este no era un reencuentro "común".

Y aunque así era, ya sabía Guillermo que Lionel solo iba a decirle que jugó increíble y que no estuviera triste.

Todas esas palabras siempre van al bote de basura, son relleno para la mente.

-Oye...-

-Ni vayas a decir nada, esa mierda ya la he escuchado antes-

Ante este comentario un tanto agresivo, Lionel lo volteo a ver con sus ceño fruncido, sabía que estaba molesto y así pero no sabía porque con el, el solo estaba haciendo su rol en su equipo.

Y aunque Ochoa ni lo estaba mirando, ya sabía que Lionel a el si, se sentía una mirada pesada, y así era, no se lo esperaba de alguien como el.

Se armó de valor y volteó a verlo, recargando su cabeza en su brazo, el cual estaba recargado en su rodilla doblada, para ahora sí quedar cara a cara, aunque la de el se veía tan mal, y no por algún aspecto estético, si no porque se notaba muy demacrado, sus ojeras, su tono pálido, sus labios secos, los ojos y la nariz rojos, literalmente parecía un muerto con un poco de color.

-Por dios, mirate cómo estás- Messi abrió sus ojos más de lo que los tenía y acarició la mejilla del contrario con suavidad, definitivamente ahora sabía que quería y debía cuidarlo como si fuera su objeto más preciado.

-¿Me tienes lastima?- su voz apenas se escuchaba, y se escuchaba entrecortada por haber llorado unos minutos antes.

-No, no sería capaz...- aunque su boca decía una cosa sus ojos decían otra, y esque en esos lindos ojos argentos no cabía otra cosa que no fuera lastima y tristeza, pero no en los términos que creía Ochoa, era todo lo contrario, quería hacerlo chiquito y guardarlo en su bolsillo para que nada malo le pasara, no quería verlo tan triste.

-Lo único que siento es...

mucho afecto-

Cobardeeee.

Si no hubiera terminado la frase, probablemente el fuego en Ochoa se hubiera vuelto a encender, hubiera vuelto a nacer esa linda esperanza que tenía desde hace mucho, pero como si lo hizo y su respuesta no era lo que el esperaba... Pues...

-Es lo mismo, no mames-

-No, no lo es- aún seguía acariciando su mejilla, estaba ardiendo y esto alarmaba a Messi, pero cada caricia hacía que Guillermo se estuviera arrullando ahí con el.

Estuvieron mirándose fijamente sin hacer nada más que hacerse compañía, se sentía como un niño pequeño herido junto a un adulto que estaba ahí para curarlo.

-Aun tenés fiebre, será mejor ir con un doctor-

Por arte de magia Ochoa asintió, dejaría que el argentino lo guiará hacia donde el quisiera, no importa a dónde, el sabía que estaría bien si estaban juntos.

12 AM (Messi x Ochoa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora