𝘗𝘳𝘪𝘯𝘤𝘦𝘴𝘴 [Taekook]

𝘊𝘢𝘱𝘪𝘵𝘶𝘭𝘰¹²

Jungkook esperaba a que cayera la noche, tenía tantas ganas de ser mimado y de la manera más placentera posible, sus padres fueron a reunirse con los condes. ¿La razón? No la sabe y ni le importa.

Ya pasó una semana desde que supo que TaeHyung aquel insolente andaba de romántico con la cocinera.

Que le pasa, Esa igualada jamás será como Jungkook. Realmente nadie es su igual.

Mes y medio sin salir de su habitación, mes y medio sin tener un poco de placer si quiera y una semana exactamente que tiene ganas de matar a esa insolente que tuvo la osadía de querer lo que es suyo.
Luego se encargaría de ella.

También supo por Daniel que Lucille ahora trabajaba para vigilar las entradas de la casona. Una sonrisa se le dibujo en el rostro. Tenía tiempo de no verlo. Se le instalo una pequeña ilusión.

Suspiro pesado al ver a Daniel salir del cuarto de baño ya con la tina preparada.
Agua de rosas lo mejor para que su linda piel quedé radiante y humectada.

Dejo que el beta le hiciera masajes en el cabello, paso el jabón en todo su cuerpo debía quedar muy limpio para su caliente encuentro con cierto alfa, mordió su labio inferior ya lo necesita.

Al terminar su relajante baño el beta abandonó el lugar para darle privacidad al principe.

Jungkook paso su toalla secando bien su cuerpo. Se colocó una braga color negro y un top del mismo color solo que este era algo transparente. Le gusta.

Al fin, todos los criados del castillo fueron a tomar ya su descanso.

El Omega cubrió su desnudez con una pequeña bata de seda que le llega hasta sus regordetes muslos, sonrió y salió de su habitación procurando no ser visto por la servidumbre.

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Cansado, se sentía tan cansado y se podría decir que hasta triste. Pues no ha podido ver a su pequeño Omega.

Celes prácticamente lo engaño o así lo tomo ya que no le dió entrada para poder ver a Jungkook.

Después de tomar una ducha rápida con la toalla rodeando su cintura se dispuso a ir a su cuarto. Lo único que quería es dormir.

Al entrar no pudo contener su alegría al ver ese pequeño cuerpo recostado en su cama con las piernas abiertas.

Su lobo como un cachorro ronroneo de felicidad.

Los ojos del alfa observaron aquella pequeña entrada rojita que tenía enterrados dos dedos.

— Me extrañaste A-alfa — pregunto el Omega, su acompañante se había tardado así que decidió preparar su entrada.