9. ¿Esto es amor?.

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       Sanji arqueo una ceja sin mostrar mucha sorpresa en su rostro, pero por sus adentros estaba feliz. ¿Había escuchado bien?. ¿Zoro le había llamado por su nombre?. ¿El Marimo idiota que tenía como compañero tanto de tripulación como de vida le había llamado por su su nombre y aparte le había dicho lindo?.

Una pequeña, casi inaudible risilla se escapó de la boca del cocinero él reía con dulzura. Zoro se acomodó en su lugar fijó su mirada en el rubio el cual seguía riendo, era... Era una muy hermosa risa. El Alfa se atrevería a decir que era una de las más dulces risas que ha escuchado en su vida, segun el, una risa, la cual había escuchado pocas veces era la de su difunta amiga de la infancia Kuina, para él la risa de ella era muy linda, pero nada se comparaba a la risa que el cocinero a su lado poseía.

La risa del Omega contagio al Alfa cuál rio también. Serían alrededor de las once de la noche, ambos ya hacían recostados sobre la inmensa cama, observando el techo de aquella habitación mientras hablaban de diversas cosas queriendo matar el tiempo. Sanji jugueteaba con los dedos de la mano de Zoro el cual le daba igual lo que hace el rubio.

— Si quieres estar conmigo... De "esa" manera. Primero debes de ir a apagar la luz. —Dijo el cocinero volteando a ver al peliverde el cual le volteo a ver con curiosidad.

— Ahh... Bien. —Zoro levantó rápidamente de su lugar y fue a apagar la luz.

La habitación quedó completamente a oscuras, bueno, no del todo la leve luz de la luna iluminaba con un poco de dificultad la habitación. Sanji se quitó aquellos guantes los cuales cubrían sus manos, para luego quitarse aquella corbata y dejarla de lado al igual que los zapatos.

Zoro se sentó al lado del rubio sintiendo como una de la manos de este se posiciona sobre su hombro ejerciendo un poco de fuerza en este para así sentarse sobre su regazo, por mero instinto el peliverde le sujeto de la cintura sintiendo está delgada, y sus caderas eran un poco anchas y le gustaba.

Lentamente unieron sus labios en un ni apasionante ni tan inocente beso. Las manos del peliverde se posaron en el cinturón del rubio quitando este para luego arrojarlo por el suelo de la habitación seguido fue desabotonando uno a uno con toda la paciencia del mundo los botones de aquella camisa mientras seguían comiéndose a besos. Ambos estaban de la misma manera, desnudos desde la cintura hacia arriba, solo sus pantalones los cubrían de exponerse completamente ante el otro. Sanji acarició con la yema de sus pulgares las mejillas de Zoro mientras sonreía levemente. Parecía un jodido sueño, un sueño sacado de la mente de cada uno de ellos, uno de esos sueños húmedos que cualquiera tiene de vez en cuando, pero... Para ellos era algo... Diferente.

Con sumo cuidado, el Alfa recostó al Omega sobre la cama posicionándose entre las piernas de este. Con un poco de desesperación por parte de ambos se fueron quitando las prendas que aún los cubrían quedando, ahora, completamente desnudos.

No hacía falta luz alguna para poder apreciar el cuerpo de su ajeno. No. Con la muy débil luz de aquella tan hermosa luna era más que suficiente como para poder observar todo lo bello que tenían frente a ellos.

Las manos del Omega aclararon levemente el pecho del mayor para luego deslizarlas hasta tocar el cuello de este también ronzando con sus dedos las mejillas de este. En un de aquellas mesitas de noche se encontraba un pequeño frasco lleno de lubricante. Zoro esparció un poco de aquel líquido en sus dedos para luego esparcir de ese líquido en la entrada del rubio el cual se quejo por lo frío aquello estaba. El Alfa se disculpó mientras introducía lentamente dos dedos dentro del rubio el cual se aferraba a este sosteniendole del cuello rodeando con sus brazos el cuello de este. Comenzó a soltar gemidos al sentir como aquellos dedos intrusos se movían cual expertos dentro de el.

El Hijo del Marimo. || ZᴏSᴀɴ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora