26. El Cocinero esta Decaido.

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Ya habían pasado una semana, Sanji y Zoro ya debían de regresar al barco. El cocinero seguía enojado con el peliverde y todo porque su hijo menor, Sora, había dicho primero papá que mamá.

El camino hacia el puerto fue tranquilo, agradecian no haberse topado con ningún marino en todos esos días. Al llegar al barco y subir a este se encontraron con un pequeño Sora emocionado el cual gateo en su dirección y seguido del pequeño bebé que ahora era cargado por su padre venía su hermano mayor, Zinan, que corrió rápidamente y eufórico en dirección de Sanji siendo recibido por los brazos de este mientras les dejaba una gran cantidad de besos en el rostro.

Y bueno, Luffy era como el hijo que Sanji y Zoro no recordaban haber tenido. El capitán dio un gran salto y rodeo tanto a Zoro como a Sanji con sus alargados brazos mientras lloriqueaba a mares.

El cocinero no pudo evitar reír, era una risa realmente cautivadora. Se sentía feliz de volver a ver a sus hijos de volver a ver a su querida tripulación y sobre todo al pequeño chico de cabello azabache que tenía como capitán que lloriqueaba. Sanji palmeo el sombrero de paja de su capitán y le dijo que los soltara que luego iría a prepararle algo especial para él; para todos. Animado, Luffy los soltó dando grandes saltos feliz celebrando la comida de su rubio cocinero. 

Negó con su cabeza y su mirada se volvió a enfocar en los dos cachorros que el sonrieron de oreja a oreja abrazándolo con todas sus fuerzas.

Zoro solo negó mientras sonreía. Cómo le gustaba ver a su familia feliz.


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Los pequeños crecían cada vez mas y Sanji se llenaba de tristeza. Zinan dormía en su habitación, sus poses al dormir eran idénticas a las de Zoro cuando dormía; de tal palo tal astilla, ¿No?. Sora aun no dormia solo, tenía una pequeña cuna en la habitación de sus progenitores, pero le gustaba mucho dormir en la cama de ellos robandoles su espacio. El pequeño cachorro dormía sobre la cama profundamente.

Los azules y tristes ojos del rubio observaban atentos el mar y el cielo nocturno a través de la ventana del barco el cual se movía un poco. Zoro entró a la habitación cambiando sus prendas para usar algo mas cómodo, observó a su pequeño hijo invadir su espacio de la cama, negó con la cabeza.

Sintió un olor triste en la habitación y su mirada y olfato dieron con el Omega cruzado de brazos observando atento la ventana. Se acercó y lo rodeo con sus brazos aferrándose con fuerza a su rubio el cual soltó un pequeño suspiro.

— ¿Que sucede?. —Pregunto el mayor.

— Nada...

Rodó los ojos y le dio media vuelta dejándolo cara a cara frente a él, observo esos tristes ojos azules que lo evitan constantemente.

— Carajo, Sanji. Es obvio que tienes algo, dimelo. —Le sostuvo de las mejillas para que lo mirara.

El rubio trago saliva sintiendo las cálidas manos de su Alfa sobre su rostro, tenia ganas de llorar, pero no lo haria no se queria ver debil frente a él. No quería hacerlo, pero no sabia si podia seguir aguantandolo. Bajo la mirada y sus ojos se plantaron en aquel pecho moreno y observó a su cachorro durmiendo en la cama y las ganas de llorar regresaron a el; sus ojos se iban cristalizando lentamente.

El Hijo del Marimo. || ZᴏSᴀɴ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora